Putin, el nuevo Hitler, quiere romper el status quo que dejó establecido la conferencia de Postdam, tras la II Guerra Mundial. Putin es un cínico y un hombre peligroso. Los rusos van a ser los primeros que van a lamentar haberlo dejado llegar tan lejos. Putin ha sido capaz de meter a su país en una guerra, con el pretexto de defenderse de Occidente. Las imágenes que llegan de Ucrania, los niños muertos a cañonazos, los rusos invadiendo un país por la cara y el empeño en arruinar y en arrasar una nación son actuaciones cotidianas de este loco que se ha empeñado en que las llamas vuelvan a Europa. Es curioso, pero algunos grandes empresarios rusos se están volviendo contra su líder político y otros, como Abramovich, intentan mediar en el conflicto. Europa recrudece las sanciones públicas y privadas. Putin ha amasado una fortuna, de manera impune, mientras aquí discutimos si el hermano de Ayuso cobró comisiones por unas mascarillas y rompemos al principal partido de la oposición, a fuerza de La Sexta. España hace el ridículo cada día por minucias (minucias de la derecha, que se auto destruye), mientras el mundo comienza a incendiarse. Europa sufrirá colapso en las comunicaciones aéreas y habrá una crisis de refugiados, que tenemos que pagar todos. 500.000 personas han abandonado Ucrania a la carrera. Polonia ha dado la talla. Está acogiendo a miles y miles de refugiados. Los rusos no van a participar en el Mundial de fútbol. Los chinos acechan por Siberia. El rublo se deprecia un 30%. Las bolsas europeas se resienten menos de lo previsto. Los aviones rusos matan muchos civiles ucranianos. Se han suspendido los vuelos entre Europa y Rusia. El sistema bancario común ha sido suspendido, en lo que respecta a Rusia, siquiera parcialmente. Europa destina cientos de millones de euros a armar a Ucrania, cuyos militares y civiles resisten ante el poderío de Putin. ¿A dónde quiere llegar? ¿Cuál será el final?