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La Canea

El Symphony of the Seas, aquel año el mayor crucero del mundo, atracó en La Canea. Nuestra ruta estaba programada El Symphony of the Seas, aquel año el mayor crucero del mundo, atracó en La Canea. Nuestra ruta estaba programada para Mikonos y Santorini, pero hacía mala mar. Y mis hijas y yo tuvimos que optar por Creta, que es una isla muy grande, yo creo que la mayor del Mediterráneo; o casi. Y visitamos por unas horas La Canea, que es su ciudad principal. El puerto se encuentra a pocos kilómetros de ella. Y en las tiendas para turistas había montañas de CD de Nana Mouskouri (1934), una cantante griega que ha vendido más de 300 millones de discos, casetes y cedés. No sabía yo el porqué de ese afán de los tenderos por una cantante; espléndida, eso sí. Hasta que pregunté y me dijeron los griegos que ella había nacido en el pueblo. Entonces compré algunos discos de Nana Mouskouri, de manera absurda porque con el sistema de música que tengo en casa basta pedir sus canciones a Google y escucharlas a través de un apartito conectado al rúter que me pone, por 12 euros y pico al mes, toda la música que yo deseo. Al verano siguiente, ya en avión, fuimos a Santorini y a Mikonos, que tienen aeropuertos que parecen galpones, empaquetados de tomates. Suficiente. Y puertos a los que no llegan los barcos, sino que es preciso embarcar y desembarcar en falúas. Suficiente también. Cuando el mar está calmo, que en verano es casi siempre, pareces un turista inglés navegando por el Lago Leman. Se puede ver el fondo, entre azul y verde, y hasta a los peces, mediterráneos y pacíficos, tomando el sol. Nana es también el título de una novela de Zola, pero nada que ver, lo de Zola era un dramón. La Nana de Zola se dedicaba a otra cosa, dentro del follón naturalista que se montó el autor de Yo acuso en su vida de escritor. Bonita La Canea y hermosa la voz de su Nana, la Nana griega.

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