invasión de ucrania

La toma rusa de la central nuclear de Zaporiyia pone en vilo al planeta

Un incendio provocado por las bombas de los invasores genera más rechazo aún contra Putin ante el riesgo de una crisis “diez veces peor que la de Chernóbil”; Moscú asegura que fue un sabotaje de Kiev

El asalto de las tropas rusas a la central nuclear de Zaporiyia despejó cualquier posible duda que se pudiera albergar aún sobre el peligro que corre la Humanidad si la creciente escalada bélica de la invasión de Ucrania no se logra frenar antes de que sea demasiado tarde.

Anoche, cuando las bombas de los agresores provocaron un incendio en instalaciones de dicha central, la más grande de Europa y la tercera del mundo, las imágenes que captaban las cámaras de seguridad eran contempladas prácticamente en directo por millones de personas a lo largo del orbe, seguramente manteniendo la respiración ante el evidente riesgo de que, como sostuvo el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, tuviera lugar un desastre “diez veces más grande que Chernóbil”, en referencia al catastrófico accidente nuclear de 1986 en ese país.

Precisamente, varios expertos de diferentes países han mostrado sus sospechas de que el interés de Moscú por hacerse también con el control del emplazamiento donde tuvo lugar dicho incidente, el más grave de la historia relacionado con la energía nuclear, puede deberse a la utilidad de los residuos radioactivos allí depositados desde 1986 para la fabricación de las llamadas bombas sucias, como se denomina a los artefactos explosivos que diseminan elementos radiactivos en la atmósfera.

Respecto al ataque a la central, fueron bombardeos rusos los que provocaron el citado incendio en un complejo de entrenamiento de la planta de Zaporiyia, aunque los servicios de emergencia lo extinguieron. Se informó de tres muertos y varios heridos durante el asalto. Ucrania comunicó al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que el incidente “no afectó a equipos esenciales” y que no se registraron cambios en los niveles de radiación, medidos también por la Unión Europea reacias a sus propios equipos de control ubicados cerca de la central.

Precisamente, Rusia ya controlaba las instalaciones de Chernóbil desde hace días, y sus fuerzas fueron acercándose a Zaporiyia pese a la resistencia ucraniana, que incluyó hasta cierres de carreteras de acceso por cientos de trabajadores y residentes en la zona.

Los dos bandos se acusan de lo sucedido. La Fiscalía de Ucrania anunció ayer la apertura de una investigación en torno al asalto de la central y manifestaron que “el ataque ha causado la amenaza de una explosión nuclear que habría derivado en una catástrofe ambiental a nivel global”, unas acusaciones a las que se sumaron tanto EE.UU. como los países de la UE. “Esta es la primera vez que un Estado ataca una planta de energía nuclear en funcionamiento”, se asombraba ayer la embajadora británica ante la ONU, Barbara Woodward. Por su parte, su colega ruso ante Naciones Unidas, Vasili Nebenzia, denunció, a su vez, que el incendio fue obra de “saboteadores ucranianos”. Sobre el riesgo real de un desastre nuclear, resaltar que esta central es posterior a lo de Chernóbil y por ende su seguridad es homologables a las occidentales, con reactores blindados incluso frente a impactos como los de ayer. Aún así, necesitan de un mantenimiento específico sin el que su estabilidad es imposible de garantizar.

Mientras tanto, los rusos avanzan. Su gigantesco convoy llegó ayer a unos 25 kilómetros de Kiev, donde continuaron los bombardeos que también sufren otras ciudades como Jártov (muy castigada) o Mariúpol (apenas ya una urbe fantasma). Con gran parte de Jersón en manos rusas, que dominan Berdiansk y ahora amenazan Odessa, sus avances en el sur dejarán pronto a Kiev sin apenas presencia en esta parte del país.

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