Una tormenta infinita de incendios, fatalidades meteorológicas, turbulencias en la turoperación, pandemias, volcanes, guerras y otros factores exógenos ha provocado que, por problemas de visibilidad en pista, a ojos de la gente de a pie esta legislatura autonómica siga sin aterrizar en una realidad estrictamente canaria. La omnipresencia de lo que ocurre ahí fuera apenas deja espacio a la política regional. Los problemas que los canarios pisamos cuando cada mañana bajamos de la cama continúan siendo locales y específicos, singulares. Sin embargo, los acontecimientos que llenan de contenido la crónica de lo que pasa tienen lugar a miles de kilómetros, el relato de lo que ocurre lo protagonizan y redactan otros que no están aquí. La tormenta infinita monopoliza la actualidad de la que se habla en cafeterías, oficinas, celebraciones familiares o reuniones de amigos, deja fuera de plano a los actores más cercanos, los arrincona, obligándolos a multiplicarse para contrarrestar la afonía que les genera una realidad absolutamente marcada por la crisis interminable en el mapa global. En este contexto resulta muy complicado gobernar o hacer oposición en el ámbito autonómico, cuesta tanto defender lo que está haciéndose como denunciar lo que está dejándose de hacer. Las voces e imágenes que escupen los medios cortocircuitan el aterrizaje en la política local. La conversación gira sobre lo que pasa lejos. La política de proximidad apenas encuentra espacio sobre el escenario. El debate sobre el estado de la nacionalidad que comienza hoy debía marcar el segundo inicio de la legislatura autonómica, un reinicio con el que empezar a hacer balance. Con la pandemia y el volcán adentrándose en el territorio del día a día, de la rutina, este debate tendría que haber facilitado el regreso a lo local. No será así. La invasión de Ucrania prorroga la situación de excepcionalidad, el estado de alarma no ha finalizado. Al presidente, Ángel Víctor Torres, no le será fácil lograr que el trabajo y los logros de su gobierno vean la luz y se cuelen en la crónica de lo que pasa. La oposición tendrá difícil que la discusión aterrice en los factores endógenos para que su lectura de lo que ocurre rompa el monólogo de pandemias y guerras, del afuera. Estos días los argumentos que se escuchen desde la tribuna pondrán el foco especialmente en Madrid, y bastante menos en las Islas. En el debate sobre la nacionalidad se debatirá sobre el estado de la nación porque la tormenta infinita sigue impidiendo que la política aterrice en la pista de lo autonómico y local.