Sabe Ángel Víctor Torres, porque el presidente también habrá leído El arte de la guerra, que la mejor manera de ganar las batallas es no tener que librarlas porque, como dejó por escrito Sun Tzu, obtener cien victorias en cien conflictos no es el mejor resultado posible, lo idóneo es dominar las situaciones sin enfrentarse a ellas en el campo de batalla. O, si es que no ha leído a Sun Tzu, el presidente se aplica igualmente en el arte de evitar el cuerpo a cuerpo, de ahí que, con la previsible excepción de alguna que otra subida de tono, en los debates Torres se defienda sin agredir, sin romper la cuerda, sin pegar fuego a la habitación, procurando no dejar heridas que no puedan cerrarse. Hace bien el presidente porque corren malos tiempos para tensiones innecesarias o broncas estériles como las que florecen en Madrid. En esa idea, y dejando a un lado los escarceos propios de un debate, ha hecho bien el principal grupo de la oposición, Coalición, apostando durante lo que va de legislatura por apretar sin hacer sangre, colaborando, arrimando el hombro en aquellos asuntos que piden a gritos su concurso. Si algún partido conoce las cocinas de la administración autonómica es Coalición, puede CC hacer oposición cuchillo en boca, pero no lo ha hecho, y es de justicia reconocérselo. Con todo, la tormenta infinita no se tomó un descanso en las vísperas del debate, torciéndole el guión y la tarea a Ángel Víctor Torres con el informe de Cáritas, una inflación desbocada o con un episodio, el de la carta de Sánchez a Marruecos, ciertamente sorprendente, y desconcertante. Siendo incontestable que lo sustancial son las consecuencias que el acuerdo tenga en el Sahara o en las relaciones con Marruecos, las formas -despacharlo con una carta publicada por la otra parte contratante- no han estado a la altura de una decisión esta vez sí histórica. Deja el debate algunas frases o situaciones dignas de mención, anécdotas que no se colarán en las conversaciones de bares, oficinas o cafeterías, episodios de los que nadie hablará en apenas unos días u horas. El debate comienza cuando el debate acaba. Será en el transcurso de los próximos meses, con el olor a urna invadiendo el aire, cuando asistamos el verdadero debate sobre el estado de la nacionalidad. La tensión irá a peor, pero Ángel Víctor Torres seguirá tirando del manual de instrucciones de Sun Tzu.