La otra noche, La azotea, en Trece TV, le dedicó un programa a Luis María Anson, el gran periodista español de 87 años, que conserva una envidiable lucidez. Cuando me eligieron presidente de la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife me encontré con una deuda millonaria de La Hoja del Lunes, que ya había desaparecido del mercado, con la agencia EFE, que presidía Luis María. Llamé, pedí cita, me recibió enseguida y me fui a Madrid, a rogarle que anulara la deuda, o que la rebajara. Lo primero que me dijo al entrar fue: “Tú y yo somos periodistas, compañeros, así que no se te ocurra llamarme señor Anson o algo así; prohibido”. Luis María era, o había sido, o fue después, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, por supuesto director de ABC, fundador de La Razón y del digital El Imparcial. Y presidente de EFE. Y más tarde fue elegido académico de la Lengua. El tema de la deuda le duró tres minutos: “Cuando llegues a Tenerife, la Asociación que presides no le deberá nada a la agencia EFE”. Y así fue. Una vez dicho esto hablamos de algunos temas en su despacho, entre ellos de uno favorito para él: el Conde de Barcelona, a cuyo Consejo Privado perteneció Anson. Otro, le confesé que él había sido uno de los culpables de que yo me hubiera hecho periodista porque, siendo un niño, devoraba sus crónicas de la guerra del Congo en ABC, jugándose la vida. Más tarde, Anson se movió entre las bombas en Vietnam y Camboya y en alguna otra escaramuza. Luis María, que tiene muchos premios, entre ellos el Mariano de Cavia, es una gloria del periodismo español. Su obra sobre Don Juan es de obligada lectura para los que nos dedicamos a esto. Me alegró mucho ver tan bien al maestro, que hizo de ABC uno de los grandes periódicos europeos.