El dictador ruso, Vladímir Putin, no contempla ninguna salida negociada del conflicto de Ucrania, y lejos de disimular algún interés por negociar la paz, ayer se esmeró en exhibir ante el mundo que su única apuesta para poner fin a la invasión es alcanzar sus objetivos por la fuerza. La guerra es su única opción.
Convencido de que el miedo a su músculo bélico es la apuesta ganadora, Moscú demostró que solo está dispuesto a negociar una rendición de Kiev y, por ello, la cita de los dos ministros de Exteriores, Sergei Lavrov y Dimitro Kuleba, respectivamente, finalizó sin acuerdo ayer en la ciudad turca de Antalya, pese al expreso deseo de Kuleba por “continuar las negociaciones” y a lo estéril de las mismas si Putin no cede ni un milímetro de sus conocidas líneas rojas.
Estas condiciones del dictador ruso pasan por el reconocimiento internacional de la península de Crimea como parte de Rusia, así como de las dos repúblicas independientes de Donestk y Lugansk, además de que se promulgue una nueva constitución ucraniana que garantice la neutralidad del país y, por ende, su renuncia a ingresar en la OTAN.
Por mucho interés que muestra Kiev en pactar un alivio para su población civil, Putin rompió, asimismo, aún más puentes con la comunidad internacional al anunciar que Rusia abandona el Consejo de Europa y se desvincula del Convenio Europeo de Derechos Humanos porque, según Lavrov, la UE y la OTAN mantienen una postura “inamistosa” y “una línea de destrucción del Consejo de Europa del espacio común a nivel humanitario y legal en Europa. Que disfruten interactuando entre ellos, sin Rusia”, se jactó.
Más violencia
Si Putin presume así en los salones de su autoproclamada condición como máximo señor de la guerra, la tónica en el frente refleja la implacable tenacidad de los bombardeos sobre las ciudades ucranianas, que ayer continuaron en el norte, sur y este del país, especialmente en Yitomir, Jersón, Járkov, Mariúpol y Kiev. La resistencia reconoce que sus “principales esfuerzos se centran en evitar que el enemigo avance en dirección sureste” y continuar con la desesperada defensa de la castigada ciudad de Mariúpol.
Las tropas rusas no logran grandes avances desde el viernes pasado. Según el servicio de inteligencia británico las operaciones en el aire del Ejército de Rusia han bajado, ante la defensa férrea de Ucrania. El gran convoy ruso que fue fotografiado hace diez días y que tenía como objetivo Kiev sigue sin progresar, habiendo sufrido importantes bajas en las últimas jornadas.
El parte de guerra recoge, además, que en Korostén (Yitomir) al menos una persona ha muerto y varias resultaron heridas por los ataques aéreos de madrugada, que provocaron incendios en zonas residenciales. En Jersón, las bombas causaron daños en el ala de psiquiatría de un hospital de Stepanovk, y la agencia Ukrinform informa de saqueos en varios comercios y farmacias. Se sospecha que los invasores han puesto minas en el centro de la ciudad.
Los últimos bombardeos en Járkov han destruido más de 280 edificios destruidos, así como 26 escuelas y 23 guarderías. Mientras tanto, siguen los combates en Kiev cual preparativos de lo que se teme sea la gran batalla de la invasión: el asalto de la capital.
La ONU confirma 550 civiles muertos, pero son muchos más
Naciones Unidas ha confirmado ya la muerte de unos 550 civiles como consecuencia de los combates en Ucrania y estima que han fallecido, al menos, 41 niños, si bien la propia organización asume que estos datos serían solo la punta del iceberg. El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos cree que la cifra es “considerablemente mayor” a las 1.506 víctimas que tiene registradas, entre las que figuran 957 heridos y 549 muertos. La organización ha explicado que tiene denuncias sin verificar y que hay zonas de las que apenas han llegado datos, como Mariúpol.