Yo me fío, en lo que respecta a la medicina, del profesor Antonio Alarcó; y en lo literario, del profesor Juan-Manuel García Ramos. Juan-Manuel acaba de escribir el prólogo muy atinado, exacto, y hasta cariñoso -con lo poco cariñoso que es él- de mi libro Memorias ligeras, que supongo va a aparecer más pronto que tarde, que tiene unas 250 páginas y alrededor de un centenar de fotografías, sin las cuales sería imposible entender el texto. Los probadores de memorias a los que he dado a degustar ese texto se relamen, con lo cual ya tengo clara una cosa: que van a gustar. Ahora mis esfuerzos, en compañía de Antonio Salazar, será procurar belleza al libro, para que dé gustete leerlo. Cuando José Antonio Lubary Curbelo, paz descanse, fue nombrado concejal de Cementerios del Puerto de la Cruz declaró a los corresponsales: “Voy a dejar el cementerio tan bonito que va a dar gusto morirse”. Esta mañana he llamado a Gustavo Armas para que una foto suya, una foto histórica, haga de portada. Gustavo, con el cariño que me tiene –y yo a él-, me ha dicho: “¿Dónde hay que firmar?”. Todavía no voy a revelar qué foto es. Me olvidé de contar en mis Memorias ligeras que una vez el alcalde de La Guancha, a la sazón Pepe Grillo, me encargó, en Radio Burgado, una campaña de publicidad del cementerio municipal, construido con vistas al mar, en un paraje muy bello. “Desde el cementerio de La Guancha, usted descansa y ve el mar”, decía el spot, recordando la frase memorable de Lubary. Pues se vendieron, y a buen precio, todos los nichos. La originalidad es más moderna que la rima. Cuando Antonio Molano vendía coches de la marca Volvo se inventó una: “Compre usted un Volvo o lo hago polvo”. Creo que logró colocar un montón de los robustos coches suecos. Y ya está. Ahora, a por las Memorias ligeras.