Lo peor de las guerras son los muertos enterrados en las cunetas. He visto una foto de Ucrania que tiene tres protagonistas: un hombre muerto, una bicicleta y un perrillo callejero. El hombre fue alcanzado por un obús cuando transitaba en bici por las calles de una ciudad cercana a Kiev. Al ciclista lo mataron los rusos. El perro vio el cadáver y se paró, se echó al lado del hombre abatido, quizá pensando que podía aportar a la escena apocalíptica un poco de ternura. O quién sabe si el perrillo callejero seguía al hombre de la bicicleta, porque era su animal de compañía. Cuando las cunetas de las carreteras se llenan de muertos es que hay una guerra en los alrededores: Franco los enterraba en las mismas cunetas; sus enemigos también; en Ucrania los tiran a fosas comunes; en Vietnam ajusticiaban a los contrarios allí mismo, sobre la marcha, y los sepultaban en las cunetas; y en Camboya; guerra y cunetas son casi lo mismo. La foto de la bici, el perrillo callejero y el muerto con abrigo viejo no va a ganar el Pulitzer. Se lo darán probablemente a la niña francotiradora, que es algo más recurrente. Pero, fíjense ustedes, todo tiene relación con la muerte. Estoy por no mirar las escenas de la guerra, las reales y los montajes. Porque los dos bandos se han inventado cosas. Dicen que han muerto 14.000 soldados rusos que no sabían ni siquiera dónde estaban. También cuatro o cinco generales de Putin, que sí sabían dónde estaban. La guerra en Ucrania es la guerra de las mentiras y las verdades a medias, que son las peores mentiras. Es la guerra de las noticias fakes, de la propaganda. Un amigo me dice que no se cree nada, pero otro ha visto a los refugiados entrando en Polonia y se le ha roto el corazón. ¿Será auténtica la foto del hombre muerto, la bicicleta y el perrillo callejero?