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Manuel Lorenzo Perera: “Los canarios no se sienten orgullosos de su cultura porque la desconocen”

Manuel Lorenzo Perera, Premio Canarias 2022 en la modalidad de Cultura Popular
El profesor Manuel Lorenzo Perera. Sergio Méndez
El profesor Manuel Lorenzo Perera. Sergio Méndez
El profesor Manuel Lorenzo Perera. Sergio Méndez

Resumir la trayectoria académica de Manuel Lorenzo Perera es una tarea compleja. Ha escrito más de 40 libros, artículos en revistas científicas especializadas y ha participado en proyectos de estudios etnográficos y arqueológicos. Es maestro, licenciado en Geografía e Historia y Doctor en Historia, pero él se considera un etnógrafo, una persona que se dedica a escribir los hechos de la cultura tradicional. Se jubiló en 2016 después de 44 años dando clases de forma ininterrumpida, porque nunca cogió una baja laboral. Su pasión por la educación continúa intacta hasta el punto de seguir vinculado a la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna (ULL), como director -también fue su fundador- del Aula Cultural de Etnografía así como del Aula de Folclore de la Facultad de Educación. Le han sido concedidos decenas de premios y es Hijo Adoptivo del Ayuntamiento de Buenavista del Norte. Pero si hay algo que lo distingue es estar considerado “como el mayor estudioso contemporáneo de la cultura tradicional canaria”, y así lo reconoció el jurado de los Premios Canarias, que le concedió esta distinción el pasado 25 de marzo en la modalidad de cultura popular.

-¿Influyó en su pasión por la etnografía el hecho de haber nacido en La Orotava?
“Sí, muchísimo. Nací en 1947 y en ese tiempo las calles eran de tierra y de piedra y pasaba un coche cada cuatro o cinco horas. Los niños y las niñas jugábamos en la calle y cuando pasaba la guagua nos poníamos en la acera y le cantábamos al cobrador moviendo las piernas y tocando las tortas: ‘El cobrador de la guagua/ tiene una novia en el llano/ y cuando pasa por ella/ le dice adiós con la mano’. Eso ocurría unas cuantas veces al día. La calle era un auténtico museo etnográfico y nuestras madres, cuando querían que fuésemos a casa se alongaban por la ventana y nos llamaban por el silbido. Y cada uno conocía el de la suya. En mi calle había tres ventas y dos panaderías. Recuerdo ver a la gente de Benijos con los mulos cargados de leña para abastecer a las panaderías y a los rebaños de cabras en el campo de La Garrrota, en la Villa de Arriba. Luego se fueron al barranco del Matadero y más tarde los echaron del municipio pese a que los pastores son portadores de una cultura milenaria que se remonta al tiempo de los viejos guanches. Todos esos recuerdos son tremendos, por eso hace seis años cuando leí el pregón de las fiestas de la Villa lo titulé ‘Reivindicando mi infancia’.

Usted nació en La Orotava, vivió más de 20 años en el Puerto de la Cruz, actualmente reside en Buenavista pero su gran amor es la isla de El Hierro…
“Y le voy a contar por qué. Después de presentar mi memoria de licenciatura, el catedrático de Arqueología Manuel Pellicer Catalán me recomendó hacer la tesis doctoral sobre enterramientos fenicios en el mediterráneo occidental. Leí un montón de libros y rellené un montón de fichas pero luego me planteé qué hacía en el Mediterráneo con todo lo que quedaba por descubrir en Canarias y como el tema del pastoreo me apasionaba, me propuse hacer la tesis sobre el pastoreo en el Archipiélago. Fui a La Palma, a La Gomera y luego a El Hierro, pero en esta última isla, cuando empecé a hablar con los maestros y maestras de la tierra, muchos de los cuales ya han fallecido, me dí cuenta que allí había material suficiente para hacer la tesis doctoral y me centré en El Hierro. Y ese fue el título de la tesis que presenté en 1992 en la Universidad de La Laguna, ‘Estudio etnohistórico del pastoreo en la isla de El Hierro’, ocho tomos, tres de texto, basados en las fuentes orales, porque en Canarias, como en muchos otros sitios, las fuentes escritas están relacionadas con los ricos, con la clase mandataria”.

-¿No cree que las fuentes orales se están dejando de lado para centrarse más en los datos cuantitativos?
“Está en un función del trabajo que se quiera hacer, pero las fuentes orales son fundamentales. Yo he escrito más de 40 libros y todos están basados en la oralidad cultural. Yo le debo mucho a los maestros franceses de la Escuela de los Annales, que trabajaron a finales del siglo XIX y principios del XX y distinguían tres clases de maestros; de los libros, de la enseñanza, y de la tierra. Y hay una frase imponente que yo suelo repetir y es que ‘la historia se hace con fuentes escritas cuando las hay, pero hay que hacerla sin ellas cuando no las hay’. Hay que tener en cuenta que hasta hace poco tiempo la mayor parte del pueblo canario era analfabeto, no sabía leer ni escribir, es la mayoría silenciosa, es la historia de los pobres y si queremos recuperar todo eso, la base esencial es la oralidad cultural. En muchos municipios de Canarias se ha hecho la carta arqueológica y la etnográfica, pero en ninguno se ha elaborado la carta de la memoria, que consiste en hablar con las personas mayores y recoger sus recuerdos, estrategias y conocimientos. Los maestros jubilados se podrían dedicar a eso”.

-¿Todavía queda mucho por conocer de la etnografía y la cultura popular de Canarias?
“Sí. Sobre cada animal se puede escribir un libro o un artículo, sobre cada planta y cada persona lo mismo. Y quedan miles y miles de libros por escribir y temas preciosos. El que se aburre es porque quiere”.

-¿La etnografía canaria ha estado mucho tiempo olvidada?
“Muy olvidada y hubo también durante mucho tiempo en la universidad un gran desprecio por las fuentes orales. Eran mal vistas y todavía hay gente que las ve mal pese a que es un campo de investigación impresionante. Y lo que saben los maestros y maestros de la tierra, personas que muchas veces no saben ni leer ni escribir porque no tuvieron oportunidad de aprender pero pueden contar un montón de cosas, son muy inteligentes y muchos de ellos, con medios, hubiesen ocupado puestos muy importantes e incluso, llegado a ser ministros. Por eso, cuando empecé a trabajar en la Escuela de Magisterio de la Facultad de Educación en 1972 a mis alumnos les enseñé a investigar. Pienso que un maestro debe saber hablar con las personas mayores, que son fuentes de sabiduría, y esa parte teórica de la investigación la complementaba haciendo trabajos prácticos que están todos guardados. Eso quiere decir que poseemos el mejor archivo etnográfico que hay en Canarias y se lo he ofrecido a las instituciones, concretamente al Ayuntamiento de Buenavista que a su vez ha hablado con Patrimonio Histórico del Gobierno de Canarias para ordenar un labor que se ha hecho durante 44 años”.

-El grupo folclórico de la Facultad de Educación de la ULL que usted preside nació en 1981 ¿Cuál es el trabajo que realiza actualmente?
“En un mundo tan convulso y dificil como es el de la universidad, donde la cultura tradicional también ha sido menospreciada y marginada, se dedica a investigar, estudiar y transmitir los valores de ésta en su conjunto y los cantos, bailes y la música de los pueblos. El folclore musical de Canarias es uno de los más ricos del mundo en cuanto a los géneros pese a que está tan infravalorado. Hay un folclore de tambor, uno de cuerdas y otro de emigración, relacionado sobre todo con la emigración a América. Nosotros no inventamos nada, nos basamos en la tradición, que es lo que engrandece la conciencia de los pueblos. Pero la auténtica tradición, no las cosas hechas en plan chavacano”.

-¿Hay manifestaciones de la cultura popular que incluso en el Archipiélago se desconocen?
“Pienso que sí. Antes no se sabía nada sobre ‘Espantando a los cuervos’ o ‘Llamando a las setas en el monte’- ‘Hongo orejón de La Habana/vuelve por aquí mañana’, que se cantaban para encontrar mejor a determinadas variedades y se repetían hasta encontrarlas. Hay otro, desconocido, para llamar a las abejas, para mecer la leche y obtener la manteca. Todo esto se desconocía hasta hace unos años, pero cuando uno se pone las botas, la mochila y empieza a caminar y a hablar con la gente, aparecen temas nuevos. La cultura tradicional es todo un mundo y ese filón hay que aprovecharlo y darle consistencia”.

-¿Es necesario un mayor peso de la cultura tradicional desde la escuela primaria?
“Por supuesto, hay que meterla en todos sitiios, en la escuela primaria, en la universidad y en los institutos”.

-¿Cómo se motiva a los más pequeños?
“Del mismo modo que me motivaron a mí. Cuando era pequeño no había televisión. Mi abuelo se reunía todos los días con unas 20 personas entre las que se encontraban mis padres, mis tíos y mis vecinos y hablaban de un montón de cosas y nosotros aprendíamos. Eso se puede hacer con los niños en el colegio, pero para eso es necesario que los maestros se involucren, aprendan a investigar y le manden trabajos a los alumnos para que entrevisten a sus mayores y puedan así captar la importancia de los libros que están en sus cabezas, que son muy interesantes desde todo punto de vista. Hay que relacionar a los niños con las personas mayores y hoy eso no se hace”.

-¿El trabajo que realizan instituciones como el Centro de la Cultura Popular Canaria o la Asociación Cultural Pinolere son fundamentales para dar a conocer la cultura tradicional de las islas?
“Soy miembro de la primera institución. Su labor, su dignidad y su perseverancia es muy elogiable. Está dirigida por personas que podrían estar dedicándose a otras cosas y están ahí trabajando a diario, como su presidente, César Rodríguez Placeres, que está luchando ahí, como un jabato por todos estos valores. Es merecedor de todos los honores, y lo mismo otros colectivos, como Pinolere”.

-¿Los canarios se sienten orgullosos de su cultura?
“Creo que no pasa eso porque la desconocen. Y lo que se desconoce no puede amarse ni defenderse”.

-¿Cuál es la isla que mejor conserva las manifestaciones culturales y las tradiciones?
“Todas, incluso La Graciosa, donde hay una riqueza impresionante relacionada con el mar. En cada una hay temas pra hacer un montón de cosas. La conciencia mueve el orgullo y a los pueblos que no son orgullosos acaba llevándoselo la corriente del barranco, no sirven para nada. Hay que tener orgullo y proteger nuestros valores. Deben hacerlo las instituciones, pero también los políticos, la gente de la cultura y cada uno de nosotros”.

-¿Alguna vez se imaginó que iba a ser Premio Canarias?
“Mucha gente me había propuesto desde hace un montón de años y me decía que me buscara conocidos para que presionaran, pero si algo nunca he hecho en mi vida es correr detrás de alguien o hacerle la pelota para que me den un premio. Pero me lo han dado y me siento muy orgulloso y una de las cosas que más me gusta de este premio es que la isla de El Hierro en peso me ha apoyado, porque ha reconocido el trabajo que se ha hecho durante un montón de años y yo a su vez reconozco a los maestros y maestras de la tierra, porque sin ellos, todo el trabajo que he realizado no hubiese sido posible”.

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