tribuna

La fortaleza de Robles

Dice el titular: “Robles defiende al CNI y choca con Unidas Podemos”. En ocasiones, los titulares no dicen toda la verdad y entonces hay que entrar en el contenido de la noticia para tratar de desentrañar el auténtico mensaje. No es el caso. Aquí parece claro lo que quiere decir, sobre todo después de escuchar al portavoz de los socialistas asegurar que están todos como una piña en la defensa de la ministra. Entonces no es Robles sola la que choca con los socios, es el Gobierno completo, y no es solo ella la que defiende al CNI sino sus compañeros que afirman estar como D’Artagnan, todos a una. Lo cierto es que Margarita ha recomendado la lectura atenta de la norma que dice que la seguridad de los móviles depende de la Secretaría de la Presidencia, y esto parece ser una respuesta directa a quienes responsabilizan al CNI, que además advirtió en su momento de esta circunstancia. La pregunta es ¿de qué defiende al CNI y a su directora? ¿de las peticiones de cese por parte de los socios de Gobierno o de las tentaciones de llevarlo a cabo por quien tiene la potestad para hacerlo? Otra forma de plantear la cuestión es: ¿existe algún departamento en la organización gubernamental interesado en culpar al CNI para quitarse alguna responsabilidad de sus espaldas? Aquí hay un hecho incontrovertible y es la aparición sorpresiva de un ministro en rueda de prensa para comunicar que el Gobierno ha sido espiado, y todo el mundo sospecha que lo ha hecho para salvar la denuncia de los independentistas catalanes dejando en entredicho al Centro de Inteligencia Nacional. La ministra de quien depende este organismo se ha limitado a decir: “el primero que lo huele, debajo lo tiene”, en referencia a dónde residen las obligaciones de vigilancia de los móviles que usa el presidente y los miembros del gabinete. Margarita no choca con Unidas Podemos, como dice el titular de El País, lo hace con alguien más; y esto es así porque siente el acoso de ese alguien como algo real que no se le escapa a cualquier observador que siga habitualmente los acontecimientos. Ahora sale a relucir Maquiavelo y todo eso de las justificaciones en nombre del fin. Me he leído El Príncipe y me parece un libro interesantísimo, escrito por alguien inteligente. Nunca he encontrado esa frase que todos usan como referencia. En España también hay quien ha destacado por la prudencia en la escritura política, como es el caso de mi pariente Diego Saavedra Fajardo. Sería conveniente disponer ahora de gente como esa, en lugar de estar construyendo relatos inconsistentes que responden a la oportunidad de la inmediatez. Lo grande es que quienes protagonizan estos hechos acusan a los demás de no tener sentido de Estado. Quiero pensar que estas son las servidumbres que hay que pagar por admitir unas coyunturas que se aseguraban inevitables. Aquí se trata de algo voluntariamente aceptado, como se decía en Getsemaní. Estamos ante la crónica de un desastre anunciado, cuando se aseguraba que así no íbamos a poder dormir tranquilos. Ese vaticinio se ha ido convirtiendo en un hecho ineludible a medida que avanza el tiempo y en el panorama aparecen las dificultades. Yolanda, ese milagro inventado por el ectoplasma de Iván Redondo, desde el más allá de su columna en La Vanguardia, no es capaz de mantenerse neutral en esta tormenta. Todo esto está ocurriendo sin que sepamos realmente lo que pasa, sin que nos hayamos enterado qué información fue sustraída del móvil del presidente, si fue Marruecos quien lo hizo y cuáles fueron las implicaciones con los últimos acontecimientos diplomáticos. Alguien tendrá que saberlo, pero no lo puede decir. La cabeza de un responsable del CNI no rodará porque en la mente de todos está el recuerdo del coronel Perote, y con esas cosas no es conveniente jugar. Así que un poquito de jaleo y todo el mundo quieto.

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