No tiene suerte Canarias con los informativos de los godos. El otro día, Silvia Laplana, una de las antiguamente llamadas chicas del tiempo de TVE, confundió la Montaña Roja del Médano con el Teide y la distinguió como una bonita vista del volcán. Los digitales también han puesto al descubierto a mucho analfabeto funcional, con o sin carné de periodista. He leído últimamente textos plagados de faltas de ortografía y de errores sintácticos que avergonzarían hasta a los bedeles de las facultades de Ciencias de la información, centros que cada vez más son nidos de iletrados. Pero todo da igual en este país, en el que hace tiempo que dejó de importar la ortografía, la historia y la coherencia en general. Hemos dado un bajón cualitativo en esta profesión que, y es curioso, despierta pasiones entre los jóvenes desde hace mucho tiempo. Es una carrera que ilusiona en el mundo universitario, pero que luego no sirve para nada. Pasaba lo mismo, antañazo, con Ciencias Políticas, unas enseñanzas preciosas pero que luego no valían sino para hacer oposiciones a la Escuela Diplomática, lo que daba -y da- mucho prestigio, aunque algunos de sus graduados sean como los últimos ministros, González Laya y Albares, que no son precisamente esenciales en la historia de la diplomacia europea. En fin, que uno se ha de acostumbrar a todo en este mundo del periodismo digital y de las redes sociales y que no debe asombrarse de las cancaburradas que lee, día sí, día no. Estamos en manos de tipos y tipas muy raros, que escriben cosas muy raras y cuando se las discutes van y te ponen a parir en las redes, con lo que lo mejor es callarse uno. Yo no manejo redes, así que ya no me entero de nada, estado ideal del hombre.
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