El movimiento Me Too ha resultado categírico en EE.UU. Por él se han descubierto acosos sexuales como el del famoso productor de cine Harvey Weinstein. Pero también es cierto que lo que sentencia ese ente es que las denuncias de las mujeres son conjeturales. Ha ocurrido eso con varios personas que han tenido que sufrir el repudio indiscriminado por semejante proceso. Por ejemplo, Woody Allen. Fue investigado por la policía correspondiente y la pesquisa fue analizada por el juez en cuestión. En el juicio una sentencia: Woody Allen es inocente. Pero sigue con la carga de la acusación de su exmujer, Mia Farrow, a propósito del acoso sexual a una de sus hijas. El hijo de esa señora niega la acusación. De lo cual se deduce que lo que urde la Farrow es una venganza manifiesta por Allen optar por la hija mayor de la susodicha, que la chica no eligiera a su madre sino a su ex marido. Me Too siempre se posiciona en favor de lo que considera (y a lo largo de la historia así ha sido) el elemento débil de la relación, que es la mujer. Pero toda institución de derechos ha de confirmar el principio de razón y de justicia, sin menoscabo de la suprema importancia que tiene esa organización. Y eso es lo que da valor a semejantes fundaciones, que por su empuje, por sus criterios, por su capacidad de lucha y de concisión la verdad se confirme y no haya capciosos (como ha ocurrido a lo largo del tiempo) que salgan impunes de sus practicas abusivas contra la mujer. Por eso me parece resolutivo el caso Amber Heard (mujer) y Johnny Depp (hombre). Todos los norteamericanos que conozco y que seguían el caso lo tenían claro: Heard mentía al acusar a Deep por malos tratos; bien al contrario, la maltratadora era ella. Cabe preguntarse qué es lo que lleva a una mujer a producirse de ese modo en contra de un hombre. La respuesta es posible que nos lleve a complejos psiquiátricos serios. Lo que ha dicho el tribunal es que así fue, que no tenía razón Amber Heard, como proclamó Me Too, sino que la razón la tiene Johnny Deep. Y, como antes dije, lo que se despliega aquí es la resolución de la prueba, no lo que persigue una organización tal. Por eso que Me Too no explique consecuentemente ese episodio y tema que las mujeres dejen de denunciar abusos por ello me parece sentencioso y hasta vergonzoso. Igual que lo que consideran, que Amber Heard se sintiera humillada y ridiculizada por la sentencia. Verdad es verdad, sea quien sea el que la defienda.