Desi, la encuadernadora, me acaba de traer los tomos con mis artículos de 2020 y 2021, tratadas sus tapas en piel, lo cual es una novedad porque la colección era hasta ahora confeccionada en polipiel. Me gusta más el nuevo material. Por curiosidad leo los artículos de esos dos años (son unos 700 folios por tomo) y veo que me repito algo, aunque en mi favor también diré que hay textos muy entretenidos y que las entrevistas en Los Limoneros quedan muy bien. Ya llevo casi 200 y reconozco que en ocasiones me cuesta conseguir personajes interesantes, pero en general lo son. Tengo una habitación entera con mis artículos coleccionados y encuadernados, pero no los de toda la vida, porque he perdido muchos. Concretamente, la colección última data desde el 2 de diciembre de 2002, día y año en que Pepe Rodríguez me llevó a El Día por segunda vez. Allí estuve hasta que Lucas Fernández me propuso escribir para el Diario, a donde siempre regreso. Ayer, en televisión, vi un reportaje muy interesante sobre Croacia, paisajes que yo no conocía de este país, que es precioso. Una de las protagonistas del programa había aprendido español gracias a las telenovelas mexicanas y colombianas. Me pasó igual con una chica armenia que falsificaba primorosamente prendas de Gucci en la isla griega de Mikonos. Hablaba un español perfecto gracias a las telenovelas. Hacen mucho más las telenovelas que el Instituto Cervantes. Hay mucho amor a España por todo el mundo, mucho más que en la propia España, que acabará devorándose a sí misma. Los artículos de viaje son esenciales en mi producción. En Dubrovnik y en Split, que son ciudades preciosas, pasé unos días de los que no me voy a olvidar. Estuve allí con mis hijas.