En un artículo anterior hablé, muy de pasada, de la enemistad de mi bisabuelo, don Luis González de Chaves y Fernández, con los Machado, concretamente con el que también fue alcalde portuense, don Felipe Machado y del Hoyo. El día 23 de agosto de 1901 se personó en la casa de mi bisabuelo, en la Plaza del Charco, el portero del Ayuntamiento, que portaba una notificación del alcalde Machado dirigida a mi bisabuelo Luis, que era abogado. Le conminaba a abonar la cantidad de una peseta de multa al Ayuntamiento, ya que un alguacil vio ¡bañarse en San Telmo! a mi abuelo Pedro y a su hermano Domingo, hijos de don Luis. Estaba prohibido tirarse al mar en el famoso Boquete, que me parece que tiene o ha tenido la bandera azul. Luego mi abuelo y mi tío abuelo fueron pioneros en la gozada de darse un baño en el lugar, sobre todo con calor, marea alta y mar calmo. Pues ese papel que he encontrado comunica a mi bisabuelo la infracción y la cédula viene firmada por el secretario de la corporación, a la sazón don Esteban Rodríguez. El documento detalla que los dos infractores, menores de edad, se estaban bañando en la cueva, debajo del fortín, que es el peor lugar de dicha zona costera. Parece que mi bisabuelo se mosqueó con la que consideraba irrelevante presencia del portero y exigió la del secretario, que se personó en su “casa habitación” para volver a entregar el documento. La multa le parecía un exceso del edil. El membrete de la cédula dice Alcaldía “del” Puerto de la Cruz y no esa gilipollada que se inventó algún peninsular, y que triunfa, que quita el “del” para poner “de” Puerto de la Cruz. Una machangada que ha hecho fortuna, como casi todos los godismos.