el charco hondo

El comprador de tiempo

El tiempo puede comprarse. En 2015 una plataforma empezó a vender días, tanto pasados como futuros. Tomando como referencia otras ideas parecidas, como la venta de parcelas en la Luna o la adquisición de estrellas y otros objetos celestes, los vendedores de días se registraron ante notario proclamándose propietarios del tiempo como magnitud física, y, dando un paso más, enviaron los documentos acreditativos a Naciones Unidas para dejar constancia de las transacciones. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, también ha comprado tiempo. Ha comprado los meses que necesita para que le den un respiro la inflación y aquellos que, socios a ratos, están haciéndole la oposición en los despachos ministeriales. Es probable que Sánchez, pragmático, decidiera lanzar el guante a banca y eléctricas a sabiendas de que ese anuncio eclipsaría cualquier otro anuncio o argumento. Su prioridad ha sido ganar tiempo, y con ese objetivo ha preferido regalar el debate a quienes le apuntalan el gobierno, dejando para otra ocasión dirigirse a quienes a pie de calle temen que las facturas del atrevimiento con bancos y eléctricas acaben, como suele ocurrir, trasladándose a los usuarios. Sánchez ha sacrificado el verano para comprar el otoño y la primavera, ha ganado tiempo comprándolo. Muchas encuestas anuncian que el PP ganaría si hoy se celebraran las elecciones, pero Sánchez sabe que hoy no abrirán los colegios electorales, de ahí que, al parecer, prefiera perder plumas en 2022 para intentar ganar 2023. Necesita tiempo, meses, que sus socios se estén quietos y, sobre todo, que cicatricen los bolsillos de economías familiares y empresas. Debió aprovechar el debate para dirigirse y rescatar de la apatía y la desmovilización al electorado de centroizquierda, pero optó por girar hacia el otro lado. Compró tiempo. Hizo por reconstruir el consejo de ministros, y en ese empeño dejó para otoño o primavera un giro al centro que llegará más pronto que tarde, centro al que el PP también renunció cuando cometió el error de silenciar su discurso económico al subir, en exceso, los decibelios del terrorismo. El problema de Sánchez, y del PSOE, es que si continúan girando a la izquierda, y no al centro, sus socios acabarán arrastrándolos en su caída, haciéndole a Feijóo el aclarado que necesita para ganar las elecciones. ¿Y Canarias? Siendo el transporte la madre de la inflación, olvidó tener un guiño con las Islas cuando anunció lo de los trenes de cercanías; al no hacerlo, y bien pudo, regaló munición a las voces más críticas. Más allá de lecturas territoriales, lo sustancial es que Sánchez ha comprado tiempo para alcanzar el final de la legislatura. A eso fue al Congreso. El tiempo dirá si el tiempo le devuelve el tiempo perdido.

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