el charco hondo

Entresiglos

Los últimos avances en innovación para el transporte acercan a la posibilidad de que las carreteras cobren vida. Con la implantación de tecnologías como el 5G, que permitirá la comunicación en tiempo real con los conductores, las vías alcanzarán la condición de inteligentes. La progresiva sensorización de las autopistas, con el denominado internet de las cosas, hará posible medir el nivel de humedad, la saturación del tráfico, la temperatura o el riesgo de deslizamientos. El desarrollo de big data y la inteligencia artificial facilitarán la interlocución con los conductores en caso de accidente, colapso o cierre de vías, también con los vehículos sin nadie al volante que más tarde que pronto (no será de inmediato, pero será) irán invadiendo los carriles. Las carreteras inteligentes serán más seguras, cómodas y sostenibles. Según UE Studio, se aceleran los pasos que nos tendrán conjugando en presente más o menos inmediato la circulación por autopistas con asfaltos que se autorreparan y carriles que recarguen las baterías. Las vías inteligentes serán decisivas para hacer realidad las cero emisiones netas en 2050, con la creación, entre otras proezas, de materiales para la red que supongan otro hito de la economía circular, la promoción de sistemas innovadores de propulsión que generen una baja o nula huella de carbono o el despliegue de esa red de puntos de recarga para los coches eléctricos. El futuro se acerca. En 2024 se inaugurará en Vizcaya el primer tramo de autopista inteligente adaptado para coches autónomos, un tramo de 57 kilómetros que unirá Ermua y Ugaldebieta. En Cereixal, Lugo, en mayo del año pasado echó a andar un túnel ya inteligente, un primer tramo de carretera conectado con una red 5G a los vehículos que la recorren. Son cosas que están pasando ahí fuera, lejos de las Islas, en el siglo XXI. Aquí, en Canarias, seguimos dándole vueltas a nuestras cosas, lidiando con las dudas, los retrasos, errores e indecisiones del siglo anterior, paralizando las obras en un túnel de la carretera de La Aldea al encontrarse hormigón de baja calidad, evaluando los daños en el viaducto del Guiniguada, reuniéndose con urgencia para analizar el hundimiento de la avenida marítima a la entrada de Las Palmas o demorando hasta el infinito las soluciones a los problemas de movilidad que nos tienen atrapados en un atasco, en el siglo XX.

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