Está el Puerto de la Cruz inmerso en sus fiestas de julio, dedicadas al Gran Poder de Dios y a la Virgen del Carmen. En esa competición de fervor que mantienen las divinidades, santos, ángeles y arcángeles, la Virgen del Carmen ha desbancado en popularidad al Poder de Dios, gracias al multitudinario embarque. Le da escolta el bueno de San Telmo, un santo humilde y ligero que tiene su ermita en el castillo del mismo nombre, que de fortín sólo le queda la empalizada, que tampoco es la original. Tengo que alongarme desde cualquier ventana, cuando pase la procesión, a ver si el bastón de alcaldesa perpetua que luce la Virgen, original del imaginero Ángel Acosta, es el de mi tatarabuelo Andrés, a la sazón alcalde, que yo regalé al Ayuntamiento. Tiene la empuñadura de oro y mis iniciales, porque yo tengo el mismo nombre y apellidos que mi tatarabuelo. También regalé otro, menos bonito, pero igualmente con empuñadura de oro, que usó en sus tiempos de alcalde constitucional mi bisabuelo Luis, que era abogado civilista formado en Sevilla y que siempre estuvo peleado con los Machado, no me pregunten ustedes por qué. Este año, el diseño de la portada del programa festero corresponde a Chago Melián, que se enamoró del Puerto y siempre le canta a la Virgen, no sé si antes o después de su travesía a bordo de la lancha San Ramón, si es que todavía existe. Los portuenses intentan dar un imperceptible empujoncito a los alcaldes, a ver si pierden el pie y se caen al agua, hasta ahora sin éxito. Lo tuvieron difícil con Marcos Brito, paz descanse, que además de buena persona era un acorazado. Este año, la programación de las fiestas es muy variada y los foguetes serán espectaculares. No están previstas restricciones sanitarias.