En 1972 se presentaba en Lanzarote el mejor coche que fabricó jamás la Seat, el 127. Hoy es una reliquia y pieza de coleccionista y sigue siendo un campeón en la carretera. Recuerdo que mi amigo Pepe Gómez Mar, paz descanse, a la sazón jefe de prensa de Seat, me pidió que le ayudara en la presentación y que escribiera un artículo en la revista de la compañía, hablando de la que entonces era incipiente presencia de Seat en Canarias. Dije que en un mercado tan internacional de coches como eran las islas, la presencia de Seat en él era casi milagrosa y ponderé el nuevo modelo, que me parecía rápido y cómodo, aunque sin aire acondicionado. Me tocó de copiloto el fallecido periodista Paco Cansino, que no tenía carné de conducir, pero yo no lo sabía. Me pidió manejar un rato el coche y accedí, claro. Paco cogía a tal velocidad las curvas que en un momento dado casi acabo en el asiento de atrás, por lo que le pedí que aflojara un poco y le pregunté si tenía permiso de conducir. Me confesó que no, le pedí las llaves y seguí yo la ruta. Acabo de ver en un viejo No-Do las imágenes de aquella prueba, en la que no faltó el sempiterno César Manrique. No recuerdo en qué hotel nos quedamos esos días, porque el Salinas, que era el preferido de Gómez Mar, empezó a construirse en el 73, de la mano del genial Fernando Higueras y del propio César. Una vez, mi buen amigo Cándido Figueroa, que dirigió varios años ese hotel, me invitó a la suite del rey Hussein de Jordania, en la que podía perderse uno de lo enorme y lujosa que era. Tener hoy un Seat 127 es una gozada. Ya digo, el mejor coche que fabricó Seat.