Mantenemos una esporádica tertulia en Los Limoneros seis personas. Los médicos Antonio Alarcó y José María Casañas, el filólogo Juan-Manuel García Ramos y los periodistas Elfidio Alonso, Paco Padrón y un servidor. Con alguna frecuencia alguno falla y hace presente una justificación pueril y verbal, carente de pruebas, que ya nadie se cree. El viernes nos volvimos a reunir y sólo aparecimos tres a la convocatoria: los dos médicos y un servidor. Lo curioso es que, para justificar las ausencias, comenzaron a llegar fotos a ese chat universal llamado whatsapp. García Ramos había asistido al sepelio de un ser querido y envió la foto del coche fúnebre. Elfidio Alonso se había caído y golpeado en la cabeza y mandó la fotografía de su testa maltrecha, pringada de betadine y con dos esparadrapos cubriendo las heridas. Y Paco Padrón, que había tenido que irse a Las Palmas desde por la mañana, a una reunión profesional, facilitó al chat la tarjeta de embarque de Binter. Nunca tuvo la tertulia justificaciones tan contundentes. Nunca fueron tan de libro las razones de las ausencias producidas, así que a partir de ahora aumentará, sin duda, la credibilidad de los ausentes, cuyas excusas en nada se parecen a aquellos justificantes escolares en los que el padre mandaba una tarjeta de visita al colegio dando cuenta de la enfermedad del niño, cuando todos estaban de viaje familiar por Holanda. Hay que ver que hasta la tecnología está sirviendo para que ni siquiera los amigos puedan escapar de las excusas vanas y para que todo quede fielmente documentado: oiga, yo no pude ir a comer por esta razón y aquí tiene la prueba de que lo que digo es cierto. Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, como decía don Hilarión en La verbena de la paloma.