Un mismo territorio, La Palma, para construir dos universos muy diferentes. Luis Carlos Castañeda acaba de publicar su segunda novela, Las chicas de las estrellas. Con la primera, Cuando venga el rey, obtuvo en 2020 el Premio Literario Amazon Storyteller, un certamen a cuya modalidad en español concurrieron ese año más de 5.500 textos procedentes de autores de 50 países. Ahora ha vuelto a presentarse.
En aquel momento, el escritor palmero confesaba a DIARIO DE AVISOS la dificultad que representaba adscribir Cuando venga el rey, que tiene como subtítulo Amor y muerte en una isla a la deriva, a un género o subgénero literario concreto. La historia está ambientada “en la visita del rey Alfonso XIII en 1906 a una isla olvidada en mitad del Atlántico, cuyos habitantes anhelan la llegada del monarca para que los salve de todos los males”, apuntaba Castañeda, pero eso le servía para tratar de la soledad, del olvido y de la esperanza, pero también de la envidia. “Y, finalmente -recalcaba-, nos habla de la muerte, porque la muerte es la redención de todos los pecados y la vuelta al inicio”.
FORMAS DE CONTAR
No obstante, si se le pedía acotar en lo posible este amplio horizonte, el escritor señalaba que Cuando venga el rey podía, quizás, ser una ficción histórica. Ahora, en cambio, en Las chicas de las estrellas su linaje está mucho más definido. “Un thriller policíaco, de investigación y suspense, con dosis de aventura, en el que tienen cabida la arqueología, la cosmografía de los awara (aborígenes de la isla) y la ciencia puntera de los observatorios astrofísicos”, se puede leer en un texto que acompaña a la novela, en la que el autor ha querido incidir, sobre todo, en la personalidad de los protagonistas y sus relaciones, “y de cómo estos reaccionan enfrentados a momentos críticos”.
Pero Las chicas de las estrellas es también un desafío para Luis Carlos Castañeda. “Me lo tomé como un reto. Con esta segunda obra quería demostrarme a mí mismo que era capaz de escribir de una manera distinta”, señala ahora en una nueva charla con este periódico.

“Mi deseo de ser escritor responde, efectivamente, a las lecturas, y a las preferencias literarias, que he ido desarrollando durante toda mi vida. Por ejemplo, he leído mucho a los autores sudamericanos, al boom, al realismo mágico… Y ese fue el estilo que adopté al escribir Cuando venga el rey, pero lo hice así porque era lo que la historia requería”, puntualiza el novelista canario, quien entiende que, en todo caso, el estilo es un recurso, una herramienta de la que dispone un escritor, una escritora, lo que de por sí no es poco, pero no un tatuaje imborrable que se agarra a su epidermis.
“A partir de ahí, me puse a trabajar con las piezas de un nuevo puzle, que me iba demandando otra forma de contar las cosas: una mucho más directa, precisa, escueta, en la que no haya tantas descripciones y sí muchos más diálogos… Esta historia es más actual y dinámica que la anterior, y, como es lógico, no la podía abordar como si fuese una ficción histórica”.
De forma paulatina, esas piezas fueron encajando de tal manera que, afirma Castañeda, le daba la impresión de que hasta entonces no hubiera hecho otra cosa que crear relatos de esas características. “Pero, sobre todo, me divertí mucho escribiendo la novela”, destaca.
“Cuando escribí la primera, todo era nuevo y confluían muchos miedos. Cada párrafo me suponía un sufrimiento porque siempre estaba luchando por buscar las palabras precisas, por intentar darle a la historia que tenía en mi mente todo lo que consideraba que se merecía”, argumenta el escritor.
EL TESORO DE LA ISLA
“Tenemos un tesoro paisajístico, histórico, social y emocional en La Palma, pero también literario”, responde el autor cuando se le pregunta por su voluntad de ubicar sus dos primeras novelas en un mismo escenario. “La novela negra nórdica, que me gusta mucho, está ambientada en un lugar donde el paisaje, el frío, la nieve… condicionan las historias y los personajes, y también marcan el estilo. Pues bien, yo creo que nosotros contamos con algo más potente aún, la isla”, señala. Castañeda alude al hecho, y también a la paradoja, de que al abordar un relato en un territorio muy limitado, al reducir el campo de visión, es posible destilar “los sentimientos más universales” en la trama.
EN DEFENSA DE LA AUTOEDICIÓN
Cuando venga el rey y Las chicas de las estrellas son autopublicadas. “Si hubiese luchado por encontrar una editorial para mi primera novela, no hubiese llegado tan lejos”, asevera. “En cambio, con mis propios medios y una plataforma digital como la de Amazon, la mayor librería del mundo, he conseguido que personas de todas partes la lean, descubran la isla y su pasado, e incluso contacten conmigo”, expone, y menciona que también ha tenido la oportunidad de supervisar de forma más directa la edición en papel de la novela y ponerla al alcance de los lectores en ese formato.
“En la industria editorial tradicional, el autor tiene una importancia mínima. Las ganancias de un libro se las reparten otros y a él solo le llega, como mucho, el 10% del precio al que se ha vendido un ejemplar. Salvo casos excepcionales de autores con mucho éxito, si alguien quisiera dedicarse solo a escribir, se moriría de hambre”, afirma. “Un libro autopublicado no tiene por qué ser inferior en calidad, ni en satisfacción lectora, a cualquier otro. Podemos encontrarnos con basura literaria, sí, como también en obras publicadas por una editorial. Es nuestra responsabilidad hacer un producto de primera”, concluye.