Por Carlos Pérez Simancas | El escritor cántabro Mariano Fernández Urresti dará a conocer su trabajo en La Gomera en el marco de las Fiestas Colombinas. Su libro titulado ‘Colón y el mapa Templario’. Una obra repleta de interrogantes sobre la vida de este almirante del que apenas se sabe nada con certeza, lo que le ha convertido en uno de los hombres más enigmáticos de todos los tiempos.
-Durante siglos hemos asistido a innumerables debates sobre el origen de Cristóbal Colón. Pese a que el misterio aún continúa abierto, cada vez pierde más peso la teoría genovista. ¿A qué se debe?
“En primer lugar, porque esa teoría tiene algunos puntos débiles de difícil explicación. Por ejemplo, que Colón no escribiese jamás en italiano, ni siquiera cuando lo hacía a otros italianos o incluso a la Banca de San Jorge -institución financiera donde tenía depositado su dinero-. O que el Acta de Mayorazgo supuestamente dictada en Sevilla el 22 de febrero de 1498 en la que decía haber nacido en Génova pueda ser falsa, según algunos investigadores, que recuerdan que en el testamento de Colón el Almirante afirma haber dictado un Acta de Mayorazgo en 1502 y no en 1498. Pero, como sucede con otros documentos colombinos, el Acta de 1502 desapareció oportunamente. O que la ciudad de Génova no homenajeara a su héroe, máxime cuando el supuesto padre de Colón, Doménico Colombo, aún vivía cuando se “descubrió” América. Tal vez los estudios sobre el ADN de los restos del Almirante exhumados en la catedral de Sevilla ofrezcan una respuesta a este interrogante”.
-Portugués, catalán, mallorquín, gallego… Tu libro expone las principales teorías respecto a la cuna del Almirante. Pero la más sorprendente es la que lo relaciona con Castilla. Háblanos de ella.
“Ricardo Sanz García y posteriormente su hijo, Alfonso Carlos Sanz, han defendido con pasión y documentación la teoría que sostiene que Cristóbal Colón pertenecía a la poderosa familia Mendoza; que era hijo de Aldonza Mendoza, hermanastra de Iñigo López de Mendoza, el primer Marqués de Santillana. Aseguran que fue fruto de una relación extramatrimonial de Aldonza, y que el niño fue educado en secreto en el monasterio de San Bartolomé de Lupiana, en Guadalajara. Esta tesis explicaría el apoyo que el cardenal Pedro González de Mendoza, quinto hijo de Iñigo López de Mendoza, prestó a Colón años después, puesto que eran primos. Igualmente, explicaría la razón por la cual Cristóbal Colón aseguró que no era el primer almirante de su familia, algo imposible si era descendiente de un lanero genovés. Según estos investigadores, Colón estaría enterrado en Cogolludo, un pueblo de Guadalajara”.
-Sorprende conocer que Luis de la Cerda, duque de Medinaceli, recibiese a Colón ente 1488 y 1489 y le ofreciese “hasta tres o cuatro mil ducados, con que hiciere tres navíos o carabelas…”.
“Es cierto. Tras siete años de espera, de negativas y rechazos por parte de las dos Coronas -desde 1485 hasta 1492-, Colón encuentra el patrocinio del duque de Medinacelli. Siempre me ha parecido asombrosa la capacidad de un lanero genovés para acceder a los palacios y cortes de Portugal, Castilla y Aragón. Incluso en Portugal contrae matrimonio con una noble. Y, ya en nuestro país, es recibido cariñosamente por los personajes más importantes de la época, como el cardenal Mendoz, el duque de Medina Sidonia o el de Medinacelli que, en efecto, escribe a la reina Isabel expresando su decisión de financiar a Colón si ella no lo hacía”.
Las dos mujeres de Colón fueron diametralmente opuestas. Una, noble portuguesa, Felipa Moniz, y la otra una huérfana cordobesa llamada Beatriz Enríquez de Arana. ¿Qué pudo atraer al navegante de cada una de ellas?
“Casualmente, o no, Felipa era hija de Bartolomé de Perestrello, un notable al que el rey portugués había otorgado el gobierno de Porto Santo, cerca de la isla de Madeira. Existe una leyenda que asegura que fue allí donde Colón tuvo un encuentro que le cambió la vida con un piloto agonizante que había llegado a América por casualidad. Además, Hernando Colón asegura que Bartolomé disponía de unos mapas que Colón pudo estudiar, aunque no está claro que esas cartas de marear existieran. En cuanto a Beatriz, su encuentro de Colón está trufado de leyendas más o menos románticas. Ella dio a luz al segundo hijo del Almirante, Hernando, pero jamás se casó con ella y se comportó con su amante de una forma poco digna”.
-También existieron diferencias entre los dos hijos del Descubridor, aunque ambos fueron de la mano para reclamar sus derechos en los Pleitos Colombinos.
“La familia de Colón era proclive a emborronar las huellas de su pasado y a exigir toda suerte de dignidades y méritos, los merecieran o no. Los Pleitos Colombinos proporcionan declaraciones de testigos muy jugosas que permiten engrandecer la figura de Martín Alonso Pinzón en aquella aventura. Sin Martín Alonso, tal vez Colón hubiera fracasado”.
-En tu obra dedicas varias páginas a dos frailes de La Rábida, Juan Pérez y Antonio Marchena, claves para la expedición de 1492. Ambos resultaron más valiosos ¿cómo intermediarios de Colón o como «estrelleros»?
“Creo que como ambas cosas. En La Rábida se puede visitar la celda conocida como el Portal de Belén de América, el lugar donde se redactó el borrador de las Capitulaciones de Santa Fe. Desde allí marchó Juan Pérez a lomos de una mula hasta Santa Fe para convencer a la reina de la fiabilidad del proyecto de Colón después de que, según las crónicas, el enigmático marino le hubiera abierto su corazón. Tal vez, revelándole lo que hasta entonces había guardado en secreto”.
-De todo lo investigado sobre Cristóbal Colón, ¿con qué faceta te quedas?
“Con su endiablada capacidad para borrar las huellas de su pasado. Parece increíble que aún no haya un consenso definitivo sobre su origen y sobre el origen de su proyecto. Eso dice mucho de él, y no necesariamente para bien”.