el charco hondo

Con el debido respeto

La realidad virtual y aumentada es perfectamente capaz de generar entornos y objetos de apariencia real, generando en los usuarios la sensación de estar inmersos en un contexto imaginario. Esta herramienta ya la utilizó la BBC, con la inteligencia y excelencia que los define, durante los Juegos Olímpicos de Tokio, pero fue un programa de televisión hecho en las Islas, Una hora menos, el formato que durante la cobertura del volcán de La Palma, consiguió que en nuestro país se popularizara, reconociera y premiara la construcción de escenas ficticias que nos acerquen al detalle de lo que pasa o, en su caso, a la dimensión de lo que puede ocurrir en un futuro más o menos hipotético. Con estos antecedentes, o sin ellos, quienes deciden los contenidos de un programa son libres de sacar el máximo rendimiento a la posibilidad de mostrar en la pantalla esos entornos. Con todo, y con el debido respeto, cuando la tecnología se utilice para mostrar con tanto realismo catástrofes que, con una capacidad de destrucción altísima, puedan sembrar inquietudes entre los probables afectados o dudas razonables en quienes pudieran estar pensando en venir a Canarias de vacaciones, entonces sí, cabe apelar a la responsabilidad de quienes en Una hora menos han puesto a trabajar la realidad virtual para que los espectadores dejen de imaginar, y vean qué pasaría si el Teide entra en erupción. Periodísticamente son libres de hacer lo que les parezca; pero, con el debido respeto, no deben desentenderse del daño y las consecuencias que tal recreación genera o tiene entre residentes y posibles visitantes. Los canarios no podemos permitirnos el lujo de alarmar innecesariamente, ni puertas adentro ni ventanas afuera. El volcán de La Palma nos ha metido en vena la vulnerabilidad recordándonos la convivencia con una naturaleza tan espectacular como amenazante; nos ha recordado que somos inquilinos de volcanes, y que, siendo así, hay que medir bastante mejor el momento elegido para alarmar precisamente ahora que somos tan permeables a los riesgos, qué decir si por el camino desaniman a turistas en proceso de elegir destino. Vamos sobrados de incertidumbres que nos acompañan hace algunos años, parece poco saludable añadir más fuego al fuego. Ni los residentes ni quienes barajan visitarnos necesitan en estos momentos dramatizaciones perfectamente aplazables, sobre todo porque incrustan la idea de una erupción del Teide más o menos contemporánea cuando no hay sustento científico que avale esa proximidad. Utilizar la realidad virtual y aumentada para contarle al mundo qué pasaría si explota el Teide, o si el litoral se nos llena de mierda porque saltan por los aires las pocas depuradoras que tenemos, no parece que sea lo que esté pidiendo nuestra economía. Con el debido respeto, alarmar gratuitamente no es lo que Canarias está necesitando en estos momentos.

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