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Regalo de Navidad

Este diciembre, a comienzos, espero tener los 200 ejemplares de mis Memorias ligeras, en una edición impresa exclusiva, digital y numerada, para regalar a los amigos. Luego, en enero o por ahí, aparecerá la edición llamémosla normal. No cobraré un euro por estas Memorias, por dos motivos. Uno, porque mi vida no vale nada y por tanto no le puedo poner precio. Dos, porque estoy jubilado del todo. Así que estas memorias serán atípicas porque he cedido todos los derechos que pudieran corresponderme para resarcir en lo posible a los que invierten en la edición. Mi memoria no se compra ni se vende y lo mismo que he renunciado a cualquier premio que me quisieran dar (porque no me apetecen nada), tampoco cobro por contar mi vida. ¿Qué es una actitud atípica? Posiblemente. ¿Qué es una actitud de hastío de todo? Posiblemente también. Pero he llegado a un momento de mi vida en el que no me gusta sino el fútbol y no cualquier fútbol, sino el que practica el Real Madrid. Incluso tengo dificultad para permanecer sentado hasta que se acaben sus partidos, a pesar de que sepa que mi equipo va a ganar, porque casi siempre gana. En contra de mi costumbre de no releer nada de lo que escribo, el otro día me volví a leer las memorias, que llevan un prólogo de Juan-Manuel García Ramos, en el que me retrata con ironía. Y están bien, son 25 capítulos en 250 páginas con unas 90 fotografías. No pretendo con estas palabras crear expectación porque los desocupados lectores no tendrán acceso a este libro de recuerdos hasta enero o por ahí. Tampoco las escribí cuando el covid, como casi todo el mundo. No, me senté un día ante el ordenador y dije: lo voy a hacer. Y lo hice. Creo que hice bien.

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