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Una entidad canaria

Ha sido fundamental para la economía de las islas la potenciación de una entidad bancaria propia, como es Cajasiete, la única que nos quedó después de las fusiones bancarias. Años más tarde, la salud financiera de esta cooperativa de crédito sigue siendo excelente, potenciada por una expansión tan rigurosa como sensata, que da lugar a una red de oficinas y servicios que se merecía la gente de las islas. En Cajasiete encontramos voces canarias que nos entienden, que hablan nuestro mismo idioma, y cuyos beneficios van a parar no a manos de accionistas sino de proyectos que benefician a la región, desde incentivos universitarios a sectores productivos que necesitan financiación, fundamentalmente los del mundo agrario, aunque no exclusivamente. Y a otros muy solidarios. Es reconfortante que no hayan desaparecido todas las entidades canarias y que Cajasiete haya permanecido cumpliendo con su trabajo, a pesar de las absorciones, ausencias y fusiones de todos los demás. Es fruto del trabajo bien hecho desde los años en que fundaron la entidad personas de Tenerife que tuvieron mucho que ver con los tiempos iniciales de este periódico; y no puedo olvidar a Pedro Modesto Campos, verdadero impulsor de la primitiva Caja Rural y su presidente durante muchos años. Y tampoco se me olvida el grupo de colaboradores incansables, que pusieron los cimientos de la actual Cajasiete, convertida en una organización bancaria mucho mayor y con perspectivas de futuro realmente notable y moderna. Una red de oficinas estratégicamente situada, presente en las principales localidades de las islas, demuestra la competitividad de la organización. Y su expansión, diseñada con mucha cabeza, pone a disposición de sus clientes unos servicios a la altura de la banca tradicional. Pero, repito, hablando en canario y comprendiendo bien las necesidades de los canarios. Este ha sido el gran mérito de Cajasiete.

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