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Café de otoño

“Fuera del mundo miro la vida. ¡Qué difícil, a veces, mirar la vida! La vida con amor, quiero decir. No es fácil”
María Luisa Hodgson
Ilustración: María Luisa Hodgson

Llego tarde y Ana Rita ya se ha bebido el café. Ese café debió beberse en primavera. Ana Rita escribe poesía. No recuerdo cuando leí los versos que me remitió. Hoy los lleva encima y me recitará algunos. ¡Qué suerte llevar versos encima y leerlos después de una taza! No es fácil escribir versos, buenos versos, quiero decir.

Llego tarde. La reunión con estudiantes que aspiran a ser periodistas se ha alargado. No son más de veinte. No hacen falta más para contar historias que sirvan, que sirvan para amar el presente y el futuro. No es fácil. No es fácil hacer periodismo, buen periodismo, quiero decir.

En el encuentro universitario ejercitamos el lenguaje inclusivo. No nos gusta el masculino genérico, no nos gusta hablar de nosotros porque también hay nosotras. Pero no es fácil. No es fácil no caer en el postureo fácil del desdoble. Me escriben un e-mail: “Agradeceríamos si pudieran dar de alta a los/las nuevos/as coordinadores/as”. Doy un respingo. ¡Flaco favor al lenguaje! ¡Flaco favor a las mujeres y a los hombres! Flaco favor. Contesto al correo electrónico y propongo otra escritura, otro mensaje, una mirada que no maltrate: “Agradeceríamos si pudieran dar de alta al profesorado que coordinará”. No es fácil unir palabras, palabras democráticas y galantes, quiero decir.

Escucho un Poema en la Ventana de Juan Meseguer. Miro tras el cristal y oigo el agua que cae. Serena y paciente moja los verodes de los tejados de La Laguna. Fuera del mundo miro la vida. ¡Qué difícil, a veces, mirar la vida! La vida con amor, quiero decir. No es fácil.

Joaquín y Dolores se alejan despacio bajo el paraguas. Ella le toma del brazo en el andar sobre los adoquines. Comerán en el Bejeque, roseta desafiante al paso del tiempo, el tiempo que pasa con arrugas y belleza. No es fácil pasar el tiempo con lumbre.

Ya no llueve. La tarde ha dejado atrás la depresión. ¡Qué suerte la cafetería al aire libre! Y una Coca-Cola. No imagino un aliento largo de días nublados y tristes. Difícil vivir en la amargura de lo oscuro. Estaciones perdidas, desaprovechadas. No es fácil querer sin luz, querer para siempre sin luz, quiero decir. Gabriela envía un wasap. Los wasaps cruzan charcos en un santiamén. Olvidan la despedida. Mandan mensajes que no se atreven. Gabi abre un corazón roto. Frágiles y angustiosas válvulas. No hay consuelo. O sí en un libro: Señora de rojo sobre fondo gris. Cotidaneidad, dolor, pérdida, una crónica queriente. Luciente Delibes.

Días pacientes, impacientes, sorpresas, previsiones, un viaje a Malaka con sabores a Oriente, limoneros que dan limones. Días cualesquiera y extraordinarios. Un almuerzo con Roma (bonito nombre, dice Javier) y planes para cambiar. Composiciones métricas. Cruzamos la frontera con la profesora MT. Personas detrás y delante de todos los colores que necesitan un abrazo. “Ansío la tierra que no es”, asienta la poeta Edith Södergran.

Ana Rita recita. Imagino manos gastadas y una cocina y su alacena. Olores a torta, a fuego lento. Es la primera vez. www.joseluiszurita.com

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