el charco hondo

Mosqueados

Es para mosquearse, no es normal; al menos, no así. Será el calor. O el cambio climático, porque, según los que sí saben de estas cosas, aumenta el tiempo de reproducción y acelera el metabolismo de las moscas, con lo que se multiplican a mayor velocidad. Las moscas siempre han estado ahí, dando la paliza, especialmente en algunas terrazas o calles, pero esto es otra cosa. Vale que la invasión se prolongue durante unos días que, por la humedad o lo que sea, han ido dando forma a semanas con las moscas obligándonos a dar manotazos para alejarlas de la comida, manteniéndolas a raya, moviendo brazos y manos como si fuéramos agentes de tráfico. La calima tampoco ayuda; al revés, les da alas. Cabe bajar al cuarto trastero y sacar el arsenal. Matamoscas tradicionales. Raquetas matamoscas. Mallas eléctricas con doble interruptor que se activan cuando el aleteo hace saltar las alarmas antiaéreas. Bolas de algodón empapadas de aceites esenciales, eucalipto, limón, lavanda, alméndrelas, romero, geranio. Velas aromáticas que apenas dejan respirar, con la casa a ciegas por el humo que desprenden, pero las espantan. Manzanilla usada como repelente. Hierbas, sin pasarse ni venirse arriba. Clavos de olor pinchados en la mitad de un limón. Claro que también puede negociarse con ella, con la mosca, empatizar, buscar puntos de encuentro, charlar, interesarnos por su día a día, por sus relaciones o afectos, amores o desamores, proyectos, prioridades, por su fiscalidad, preguntarle si ya tiene mesa para el almuerzo o cena de navidad, pedirle una valoración del anteproyecto de ley de los presupuestos generales del Estado, y, ya lanzados, tirarse a la piscina del fin de semana. Es viernes, ¿nos echamos unas cañas? -preguntó, agotado de tanto agitar las manos para espantarla-. Pensé que nunca ibas a preguntármelo, bandido -respondió la mosca-. A partir de ese momento, las cosas se precipitaron. Como era administrador, la metió en el chat. GF (Green Fly) ha entrado en el grupo. De primeras, los demás no lo vieron con buenos ojos, alguno incluso se mosqueó y abandonó. Tampoco entusiasmó que bebiera de las cañas de otros sin intención de pagarlas; pero, al fin y al cabo, ¿quién no tiene un amigo en el grupo que se evapora cuando piden la cuenta? Inicialmente dio algo de asco, pero cuando las copas fueron acumulándose más de uno acabó abrazado a cabeza, tórax, abdomen y alas. Eres de puta madre -llegó a decirle a la mosca un colega bastante pasado-. Ahogarlas en flis, es una opción; pero, ¿y qué hay de darles oportunidad?, ¿por qué no?

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