Pasado mañana será diciembre. Se ha ido noviembre en un suspiro, como siempre lo ha terminado San Andrés, y se han abierto las bodegas, tradición que no cesa; se ha corrido el cacharro en el Puerto y las tablas en Icod y se han producido los traumatismos de rigor. Se ha marchado a casa algún concejal y la cosa no va a terminar en la ida, por lo que me informan. Yo no estoy para investigaciones, así que voy a dejar en un aviso lo que van a hacer los demás. Un alcalde ha insultado y amenazado a un periodista en su despacho, por lo que me dicen. Pero como, ya digo, mi ciclo terminó, les conmino a que hagan juegos de descartes y tampoco me voy a poner a facilitar nombres. Pero es diciembre, espero que a todos, a investigadores y a investigados, les entre de lleno el espíritu navideño y que Papá Noel, a quien los suecos llaman Yul Tonte y los habitantes del mundo San Nicolás, los colme a todos de regalos. Y que le arreglen la chapa al coche y que las policías locales se pongan de acuerdo en asuntos territoriales y que dejen tranquila a la Guardia Civil seguir con la investigación. Diciembre ya, pasado mañana, y empieza la etapa electoral en cuanto los Magos de Oriente visiten todos los hogares consumiendo la coca-cola y el turrón que les dejan en el salón los papás generosos de los peques ilusionados. Cada vez que suenan las trompetas electorales comienza a ponerse nervioso el personal. Hay partidos que no tienen ni siquiera candidatos, como el PP, que ha llenado sus pocas listas de poco listos. Yo no he conocido inutilidad mayor. El bueno de Manolo sigue sin ponerse al teléfono. A mí, plim.