el charco hondo

El dominguero llega crecido

El dominguero de la noche llega crecido -sobrado, muy subido- a los almuerzos y cenas de empresa, de amigos, ex alumnos, padres del fútbol, madres del baloncesto, coincidentes del gimnasio, colegios de abogados, arquitectos, fisioterapeutas o meteorólogos, colegios a secas, vecinos que se encuentran en el ascensor, grupo del desayuno o café de media mañana, amigos del veraneo, conocidos que coinciden en algunos cumpleaños y otras combinaciones que, infinitas, inundan el espacio radioeléctrico con grupos de WhatsApp creados para la ocasión, concebidos para encajar los cuatrocientos almuerzos y cenas que algunos, habituales o inhabitables del planeta de las copas, tienen en sus agendas para estas semanas. Este año se batirán récords que parecían inalcanzables. Hoy, dieciocho de noviembre, quedarán inaugurados los juegos del hambre. No queda otra. Tantos almuerzos y cenas no pueden esperar a diciembre. Hoy arranca la temporada, se abre la veda, arriba el telón, y el ron, quien no se ha escondido tiempo ha tenido. Y, ojo. Cuidado porque esta vez el dominguero de la noche, ese que hasta la pandemia solo salía de casa para ir a cenar en navidades con los compañeros del trabajo, arma de destrucción masiva incapaz de esperar al postre para volverse pegajoso, gritón y faltón, capaz de transformarse en bola de fuego con apenas mojarse los labios con la copa de bienvenida o de hablar en checheno cuando los camareros están todavía retirando el primer plato, ese dominguero que hasta el confinamiento se pasó la vida esperando por la cena de empresa como los niños esperan la llegada de los reyes magos, ese que decía en casa que iba al almuerzo con los del trabajo por no quedar mal pero llegaba de madrugada con los calcetines en las orejas, en definitiva, ese que la única caña que cogía era la de pescar, ese esta navidad es otro, este último año no se ha perdido una, se ha apuntado a saraos propios y colaterales, lo ha dado todo, así que, ojo, cuidado, esta vez el dominguero viene entrenado, cuerpo a tierra, llega crecido, muy, muy subido, convencido de que un año echándose a la calle es suficiente para considerarse uno de los nuestros, bueno, de los que sí salen, no es mi caso, yo no soy de salir, quienes sí son de trastear y van a las cenas o almuerzos de empresa cuentan que los domingueros son como un niño jugando con una pistola en una gran superficie, previsibles e imprevisibles, amenazantes, incapaces de respetar la distancia mínima exigible y faltones, gritones. Hoy comienza la navidad. Quedan inaugurados los juegos del hambre. Los domingueros se han echado a la calle. Sálvese quien pueda.

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