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El Festival de Novela Histórica Ciudad de Tacoronte presenta a las mujeres como protagonistas activas de la posguerra

El encuentro literario abordó este sábado las novelas de Cecilia Domínguez, María del Mar Rodríguez y Candelaria Pérez
María del Mar Rodríguez, Candelaria Pérez, Cecilia Domínguez y Aarón León, en el coloquio de presentación de las obras. / DA

Las mujeres tuvieron que salir adelante de la manera más cruel, pero también extremadamente valiente, en el periodo de la Guerra Civil española en Canarias, una época de oscuridad, represión, emigraciones y falta de esperanza. Así lo muestran las historias de varias mujeres que dan origen a los relatos de las tres escritoras que se dieron cita el pasado sábado en la Casa de la Cultura tacorontera con motivo de la segunda edición del Festival de Novela Histórica Ciudad de Tacoronte.

A pesar de presentar tres novelas diferentes, todas ellas cuentan con numerosos puntos en común y muestran a la mujer como sujeto activo dentro de los hechos históricos, como protagonistas de la posguerra en Canarias, no como meras observadoras.

La mesa Mujer. Posguerra y represión en Canarias contó con la presencia de María del Mar Rodríguez, autora de La prestamista; Candelaria Pérez quien presentó Felisa en su mudanza, y Cecilia Domínguez Luis, Premio Canarias de Literatura 2015 y autora de La sorriba. La reunión estuvo moderada por el escritor y doctor en Historia Aarón León, quien reconoció con gran emoción ver representada la vida y relatos de su abuela en estas novelas.

Cecilia Domínguez justifica su obra diciendo que “no se había escrito nada sobre las mujeres que se quedaban y que fueron olvidadas por sus maridos […] Ellas supieron estar por encima de las dificultades”. A través de entrevistas y testimonios de una treintena de hijos y nietos, reconstruyó sus historias y representó la situación de los años 50 en el ámbito rural. En su novela plasma la cobardía de los hombres que emigraron para formar otras familias, o que incluso regresaban cuando estaban enfermos para que sus mujeres los cuidaran. Habla sobre las dificultades a las que se enfrentaron las mujeres de la época; las violaciones, abusos, abandonos y humillaciones. También hace referencia a la presión social, institucional y económica, el qué dirán, y un patriarcado en el que la mujer, absolutamente sola, tuvo que salir adelante o “morir venciendo”, asegura la autora.

Aunque los personajes e historias de las protagonistas son diferentes, las circunstancias que afectan a todas son similares. Candelaria Pérez, explica que construyó su relato en torno a “la memoria de la niña que una vez fui […] Todos los personajes vivían en mí, en mi familia, en gestos, palabras y hábitos de la gente que me rodeaba, pues cuando tenía dos años mi familia emigró”. A pesar del doble esfuerzo que tuvieron que hacer las mujeres, por el simple hecho de serlo y por la situación en la que se encontraban, Candelaria también transmite en su obra el apoyo que se daban unas a otras, ya que la protagonista actúa como catalizador y hace que las mujeres que la rodean también avancen. Describe un mundo de movimientos, de proyectos y vida donde, a pesar de todo, también hay humor y picardía.

María del Mar, de la misma forma que Candelaria, recoge las palabras e historias de su familia y se centra en las figuras femeninas. Cuenta cómo el patriarcado despoja de todo a las mujeres, a pesar de ser privilegiadas o de buena cuna, cuando se quedan solas tras perder a su familia y maridos. Relata cómo era la vida de las mujeres vinculadas a la política, ya fuera de forma vicaria, a causa de sus maridos o hijos, o porque eran activistas que perseguían las libertades que planteaban las izquierdas. Incluso da voz al amor lésbico en un contexto histórico atroz que las hace vivir su relación entre las sombras.

En definitiva, las mujeres, con los hombres en la cárcel, emigrados o fusilados, tuvieron que enfrentarse a todo tipo de trabajos para sacar a sus familias adelante y ofrecer una mejor vida a sus hijos. Las tres autoras describen en sus relatos las carencias, miseria y humillaciones a las que eran sometidas. Pero aún más importante: el sentido de supervivencia que todas compartían.

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