después del paréntesis

La democracia

Lo que hace visible a la democracia son los fundamentos que la confirman. No vale decir soy del partido tal, que es demócrata, y me sumo al cotejo de lo que la democracia es: votar, ser elegido o respetar la elección de los otros. La democracia es dar valor supremo a sus principios y fortalecer sus principios. Por eso nos carcajeamos o nos entristecemos cuando descubrimos. Por ejemplo, un mandato constitucional español compromete a los partidos de aquí a ajustar los cargos de CGPJ. Uno de ellos, el de la derecha, se ha negado por cuatro años consecutivos a resolver el grave problema de los representantes del poder judicial. ¿Por qué? Porque lo que impone este registro no es el valor de la democracia, es la sustancia del poder. Tiene mayoría ahí y temen a los progresistas porque ganaron las izquierdas. ¿Ambos usan el poder judicial? Sí. Pero de eso no hablo. Hablo de lo que ocurrió en un país civilizado que se llama EE.UU. Y no se entiende como una nación que cuenta con tantos años de democracia a sus espaldas puede llevar a la presidencia a alguien conocido por ser estrella de la tele basura, que no contaba con carga política alguna, que se jacta de hacerle trampas a la hacienda pública y que se declara un confeso hipernacionalista y en el extremo del conservadurismo. No se explica pero ocurrió lo que ocurrió. Hubo elecciones, a las elecciones los candidatos se presentan y los candidatos que se presentan cumplen en democracia con dos opciones: ganar o perder. Perdió. Pero estos siniestros individuos, que no son demócratas sino que se sirven de la democracia, no aceptan perder. Y de ese modo actuó, ataque manifiesto al centro mismo de la democracia, el sanedrín de los diputados electos. Y ahí la madeja del signo infausto: presión sobre “sus” masas al punto de consagrar el clima de una verdadera guerra civil. Primor de la democracia, digo. Brasil mostró la réplica, como suele ocurrir en América Latina. El otro de Trump era/es Bolsonaro. Y los mismos supuestos, la reelección; los mismos indicios y los mismos modos. Fue por poco, pero también perdió. Sus partidarios andan por las calles del país anudando el disgusto más intenso contra la democracia: las elecciones fueron un fraude y si no se reconvierte la condición ha de intervenir el ejército (la dictadura) para dar sentido a “su” historia. Eso son, eso los dibuja, a pesar de que el mundo siga aupado en el grito de la razón, que es lo que la democracia reafirma, sin subterfugios ni pretextos.

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