después del paréntesis

Lo siniestro

Ocurre que el asiento perfecto de la derecha aspira al control de todo el orbe. Su astucia insta a sostener con pavor las negaciones al cambio climático o radicalizar el derrumbe de los derechos particulares como el aborto. Y esos tenían claro lo que habría de ocurrir en EE.UU. Los airados extremos de los republicanos controlarían la cámara de representantes y le robarían el senado a los demócratas. Pero ese sabio país no siempre falla y lo que pudo haber sido otro golpe de tuerca contra la democracia se sustanció por un trance convincente. Así que los analistas convencidos y las empresas de sondeo no se avenían a registrar el rigor, porque el rigor no es lo suyo. De manera que los planes han quedado en suspenso; por ejemplo, el abuso sistémico de la supra economía llamada liberal que camparía por sus anchas, la tormentosa ignición de un país por el supranacionalismo en provecho propio, las reformas fiscales que solo favorecen a los ricos, las prestaciones sociales que se recortarían aún más allí, con lo cual aumentaría el número de millones de ciudadanos que carecen de seguridad social, los acuerdos internacionales sobre las armas atómicas o el cuidado de la naturaleza herida. Y en esta punta el gran traidor que, en teniendo razón los reputados analistas dichos y los sondeadores eminentes, hoy resurgiría como el Ave Fénix para exponer sus túrbidos maleficios. Y se ha visto tocado en el pie y no anda muy derecho que digamos. Eso ocurre: un corrupto defraudador de hacienda sigue activo, un terrorista que no solo propaga la resistencia, sino que hubo de sustanciar un verdadero golpe de Estado, no ha sido condenado. ¿Por qué, por lo que Donald Trump es? No solo, que lo es, y por ser el que es cuenta con la simpatía de los millones de resentidos ideológicos, detentadores de los fragores más recios de la tradición y del fundamentalismo; pero no lo es del todo. Trump representa en su desmesura lo que ese sector deja ver: arruinar de manera inmisericorde a la izquierda y a los progresistas, aislarlos en la cloaca de los antipatriotas; encanallar la dicha economía hasta sus dominios exclusivos, sin competencia; distraer todos los recursos no propios de los que puedan agenciarse; servir de reserva a los regímenes más exclusivistas y perversos fuera de sus fronteras; y, en su extremo, subvertir los principios de dignidad por la religión en trance, la moral adecuada o la decencia incólume. Eso son, el perverso y siniestro Trump los representa.

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