El Mundial

A mí el Mundial me está gustando, España me está gustando y el fútbol moderno me está gustando. Y a mí, que no me gusta casi nada, me hace feliz este lejano campeonato, en el que dicen que las gradas se llenan de los trabajadores que han construido los estadios, con camisetas regaladas por el Estado catarí para que no haya huecos en ellas. Fantástico, me parece perfecto. Al fin y al cabo, el fútbol ha dejado de ser un deporte para convertirse en un reality y para que se luzcan premiados escritores como Valdano y Alfredo Relaño y para que los analfabetos funcionales se vuelvan catedráticos (los citados, por cierto, escriben bastante bien). Pero, claro, como yo soy del Real Madrid no sé si ir con España o con Brasil, porque el Madrid aporta al combinado carioca más jugadores que a la Selección Española. No sé si la culpa es de Luis Enrique o de Florentino Pérez, a mí me da igual. Si España no gana el Mundial yo quiero que triunfe Brasil, que hace un fútbol tan imaginativo como el nuestro, que es muy bueno. El Mundial es siempre un punto de referencia para conocer cómo va a ser el balompié del futuro y se anuncian acontecimientos venturosos porque veo equipos, incluso de países pobres, que juegan muy bien. Y no existe tanta diferencia como antañazo entre selecciones compuestas por jugadores de gran presupuesto y otros de menor poderío y tradición. Bravo por Catar, que ha logrado colocarse en el mapa y superar todas las críticas, las merecidas y las inmerecidas. Claro, con las perras que tienen es fácil remontarlas, pero me da que este Mundial no desmerece, que ya es bastante. A ver quién lo gana. Que sea o España o Brasil.