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Ayuso

Unos cuantos alumnos de la Complutense y una legión de añadidos que jamás ha abierto un libro le han dado miles de votos a Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de Madrid. Si yo viviera en Madrid la votaría sin dudar. Conste que pensaba lo mismo antes del escrache. Ayuso lo tiene todo: es agradable, inteligente, guapa, elegante, tienes muchas dotes para la política y piensa como yo -o yo como ella-, así que estos son ingredientes suficientes para otorgarle mi apoyo en la distancia. En la ceremonia de entrega de no sé qué distinción de la Complutense a Ayuso habló la estudiante con mejor nota en Ciencias de la Información, que hizo un discurso cargado de rencor y de empatía hacia los que se manifestaban fuera. Piensa, niña, que la mayoría de los vociferantes no son compañeros tuyos, sino piqueteros profesionales que lo mismo abuchean y escrachean a Rato o a Sánchez, si les reclutan, que trabajan de costaleros cargando el Cristo de Medinacelli. Les da lo mismo, están para todo. Dice la ciencia y escribía aquel ministro que se dedicaba a su divulgación, Punset, que el cerebro se va engrandeciendo en conocimiento y raciocinio cuando uno va creciendo en edad. La del discurso tiene camino que recorrer, así que cuando vea ese video dentro de veinte años se echará las manos a la cabeza. Volviendo con Ayuso, ¿para qué quería el PP a Feijóo si la tenía a ella? Yo creo que está madura para presidir un Gobierno y que sería el mejor homenaje del PP a sus mujeres, tan valiosas. En fin, me parece que deberá esperar, pero ahí está esta joven valerosa, sin miedo -al menos aparentemente- que tiene mucho que decir en política. Y a la que, naturalmente, la izquierdona pretende lapidar. Faltaría más.

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