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José Luis de Madariaga: “Es difícil sentirse cómodo haciendo teatro, pero justo eso es lo que hace que sea tan bello”

El actor protagoniza, junto a Hermi Orihuela y Rubén Darío, 'Funeral planner', la obra de Fabián Lomio que se escenifica el 12 de febrero en el Espacio La Granja, en Santa Cruz de Tenerife
José Luis de Madariaga: “Es difícil sentirse cómodo haciendo teatro, pero justo eso es lo que hace que sea tan bello”
Rubén Darío, José Luis de Madariaga y Hermi Orihuela. / DA

José Luis de Madariaga (Madrid, 1944) estará el 12 de febrero (19.00 horas) en el Espacio La Granja de Santa Cruz de Tenerife para interpretar Funeral planner, la obra teatral escrita y dirigida por Fabián Lomio, en la que comparte protagonismo con Hermi Orihuela y Rubén Darío. Cuando se publica esta entrevista, la obra ya se habrá presentado, el pasado viernes, en el Teatro Guiniguada de Las Palmas de Gran Canaria. Fabián Lomio, que creó el texto en 2019, en el marco de un laboratorio de escritura teatral, ha descrito Funeral planner como “un espectáculo sobre la vida y la muerte, las frustraciones y los logros, y las relaciones humanas”. Han pasado cerca de cuatro años desde que el dramaturgo escribiese las últimas líneas de su obra y, sin embargo, explica el actor madrileño afincado en Canarias, esta no ha acabado de evolucionar, de explorar nuevos caminos y de enriquecerse con nuevos matices, lecturas y relecturas. De este proceso permanente de creación escénica y, sobre todo, de pasión por el teatro, versa, poco más o menos, esta conversación con José Luis de Madariaga.

-Una persona que, tras saber que su vida está a punto de acabar, decide organizar su propio funeral. Esa es la casilla de salida de ‘Funeral planner’, pero ¿de qué nos habla esta obra?
“De muchas cosas. De entrada, se acerca al tema de la muerte de una forma muy natural. Normaliza esa cuestión que a todos nos preocupa y a muchos nos angustia. También aborda los problemas entre un padre y un hijo. A todo eso se une una tercera persona, que es la asistente personal de este padre, la que se encarga de sus asuntos, a la que él le pide que actúe como su funeral planner, que organice su funeral. En medio de todo esto hay reproches, hay celos, hay recuerdos… La obra habla de las relaciones entre padres e hijos, del amor y del desamor. Es una tragicomedia”.

“Con ‘Funeral planner’ el público va a reír, va a reflexionar y, en algún momento, también va a sentir cierta tristeza”

-Fabián Lomio es el autor del texto y el director. ¿Cómo esta circunstancia, esta cercanía con el dramaturgo, ha influido en la preparación de la obra?
“Este texto lo escribió en 2019, dentro del programa Laboratorio de Escritura Teatral, con el apoyo de Canarias Escribe Teatro. Desde que leí la obra, me enamoré de ella y le pedí que la escenificáramos. Al final lo convencí. Y ahora ese hecho, el que el dramaturgo y el director de Funeral planner sean la misma persona, enriquece todo el proceso de manera notable. Por muy buen escritor que seas, crear una obra teatral no es lo mismo que ponerla en escena. Cuando llega ese momento, descubres matices…, frases que dichas de otra manera suenan más naturales o con mayor claridad… Cada director aporta su creatividad para mejorar el texto y Fabián cumple esa función. Como director, critica al autor y descubre cosas nuevas y modifica otras. Sin tocar la estructura, evidentemente, pero tomando decisiones con las que la obra gana en ritmo, en claridad al exponer las relaciones entre los personajes. Fabián ha sabido ponerse en modo director, y el autor, que también es él, le ha autorizado a cambiar lo que considere necesario”.

-Por tanto, en todo el proceso de ensayos ha habido margen para que la obra tomase otros rumbos y evolucionase, y no se ha tratado tanto de ir dándole forma a la interpretación hasta llegar a un destino ya conocido.
“Sí, el texto ha ido evolucionando. Primero, gracias a esa buena relación que hay entre el escritor Fabián Lomio y el director Fabián Lomio, y luego, como suele pasar en todas las obras, con las aportaciones del elenco, que a lo mejor de repente se siente más cómodo diciendo de otra manera una frase que figura en el texto. Lo más bonito de una obra de teatro son los ensayos, porque es ahí cuando realmente estás creando. Hemos descubierto un montón de aspectos que al leer el texto no estaban a primera vista. Cuando comienzas a interpretarlo y a encontrarte con lo que tu compañero te dice y con la forma en la que te lo dice, ves otros caminos. Para a lo mejor expresar lo mismo, pero de un modo diferente. A esto hay que añadirle esa muy buena relación entre el autor y el director [ríe]. Con Funeral planner la gente se va a reír, pero también va a reflexionar y, en algún momento, va a sentir cierta tristeza. Hablamos de las relaciones entre las personas, entre un padre y un hijo, de los rencores absurdos, de la falta de sensibilidad hacia los problemas del otro, de la intransigencia; de lo que nos hace desperdiciar valiosos momentos de la vida, que, como sabemos, es muy corta”.

“Lo más bonito de una obra de teatro son los ensayos, porque ahí es cuando realmente estás creando”

-Cine, teatro, televisión… ¿Qué medio le exige más y en cuál se siente más cómodo?
“Sin duda, el que más me exige es el teatro. Y donde me siento más cómodo es en el cine. Es muy difícil sentirse cómodo en el teatro. Feliz, sí, porque yo estoy encantado de hacer teatro, pero se sufre mucho. En el cine, menos. Y quizás sea esa incomodidad la que hace que me atraiga tanto el teatro. La creación de los personajes es muy diferente. En el cine hay recursos, como los primeros planos, que te permiten mostrar cosas con pequeños gestos. Sobre las tablas, en cambio, la interacción entre los personajes se muestra entera, y los cuerpos de cada uno de nosotros están expuestos en su totalidad, de manera permanente. Ahí no podemos especular con hacer una toma del rostro para que se aprecie con un solo gesto que el personaje está enfadado o risueño o tiene miedo… Sobre un escenario no podemos utilizar ese recurso: cuando salimos a escena nos ven de la cabeza a los pies. Transmitir al público es mucho más complicado. Tampoco nos acompaña la escenografía. En una película, si estoy en una playa, estoy en una playa; en el teatro, siempre estaré sobre un escenario, y el público deberá imaginarse que me encuentro en una playa. Todo eso, que en el cine prácticamente viene dado de antemano, hay que trabajarlo muchísimo en el teatro. Por eso es incómodo. Pero, claro, también es un proceso muy bello. Y después será el público, nunca nosotros, quien lo juzgue”.

-El teatro significa, entre otras muchas cosas, cercanía con el público. Tras las restricciones que hemos vivido obligados por esta pandemia, ¿ha cambiado en algo, posee un mayor contenido emotivo para usted, el acto de subirse a un escenario?
“Sí. Pero en mí se dan dos circunstancias: poder estar al fin sobre un escenario, después de pasar lo que pasamos con esta pandemia y sus restricciones, y mi edad. En febrero cumplo 79 años y ya esto muy cerca de contratar un funeral planner [ríe]. Así que me toca por los dos lados y es muy emocionante. También pensar que a menos de un mes de los 79 aún puedo subir a un escenario y estar en él durante una hora y veinte minutos para hablar, discutir y reflexionar con mis dos compañeros de elenco. Es una alegría dejar atrás las limitaciones por el coronavirus y que podamos de nuevo hacer lo que más nos gusta ante un público, tratando de llenar la sala, y no con una butaca ocupada y cinco vacías. Este regreso al teatro me tiene muy nervioso, pero de alegría, no de miedo”.

“Fabián Lomio sabe ponerse en modo director, y el autor, que también es él, le autoriza a cambiar lo que crea necesario”

-¿Qué busca José Luis de Madariaga en un texto, en un guion, antes de decidirse a formar parte de un proyecto?
“No soy de escoger unos temas determinados. Me gustan casi todos. Aunque es cierto que tengo una tendencia más dramática que cómica, eso está clarísimo. Lo que busco, sobre todo, son propuestas que tengan mensajes. Salvo que se trate, claro, de cuestiones como una recreación histórica, en la que hay que contar las cosas como fueron y de eso saldrá un drama o una comedia o lo que sea. Pero cuando es un relato de ficción, me gustan los que dicen algo. Me gusta, por poner otro ejemplo, esa comedia en la que te ríes y, al mismo tiempo, reflexionas sobre todo lo serio que hay debajo. En la vida nos reímos de muchas situaciones que, si las analizas un poco, resultan dramáticas. Cuando suceden ese tipo de cosas en los guiones, en los textos teatrales, cuando hay esos mensajes, me atraen muchísimo. Nunca he buscado ser el protagonista. Acepto trabajar en una historia por su contenido, no por el peso del personaje que voy a interpretar. Me tienen que atraer, eso sí. Y sobre todo lo hacen aquellos que son muy diferentes a mí. Cuanto más lo sean, mucho mejor. De cualquier modo, soy muy fácil de convencer, porque lo que más me gusta es actuar”.

-Si observa su trayectoria, ¿existe alguna interpretación por la que sienta un cariño especial y algún papel que aún no ha encarnado y le gustaría hacerlo?
“La mayoría de papeles que no he encarnado y me gustaría ya no los puedo hacer por mi edad. Quizás uno que sí podría es el Quijote. Hice un Quijote carnavalero, en Gran Canaria, hace unos años, pero estaría bien hacer un Quijote Quijote, el de Cervantes. En julio del año pasado se me presentó una ocasión muy bonita de interpretar un papel que siempre me ha fascinado, el Segismundo de La vida es sueño, de Calderón. Ya había perdido la esperanza, pues es un personaje que en la obra tiene unos treinta y pico años de edad. Sin embargo, ese montaje, del autor colombiano Manuel Orjuela, SegisMundos, que toma como base La vida es sueño, presenta a un Segismundo joven, uno mayor, que era yo, y un Segismundo mujer. En mi personaje en particular, los textos que se interpretan son los que escribió Calderón de la Barca. Así que me di el gusto, a los 78 años, de hacer de Segismundo. Ahora la intención es realizar una gira que nos lleve por Colombia, Chile y Argentina”.

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