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Luz Gabás: “Esta es una novela sobre la vida, que, como el Misisipi, es hermosa y terrible a la vez”

La escritora, ganadora del Premio Planeta con 'Lejos de Luisiana', presenta su novela este viernes en El Sauzal
La escritora oscense Luz Gabás visita esta semana Tenerife. / Gustavo Valiente (Europa Press)

Luz Gabás (Monzón, Huesca, 1968) es la ganadora del 71º Premio Planeta con Lejos de Luisiana. Se trata de una novela en la que la escritora oscence viaja a este territorio de Norteamérica a finales del siglo XVIII para contarnos las vicisitudes de quienes lo habitaban. Un territorio hostil, escenario de los intereses políticos -y los enfrentamientos armados- de España, Francia e Inglaterra, que atraviesa el Misisipi. La presencia del río no solo representa un elemento geográfico que condiciona la vida de la población, lo que no es poco. Además, es una metáfora de la vida misma. Luz Gabás estará este viernes, día 20, en Tenerife, junto a Cristina Campos, finalista del Planeta con Historias de mujeres casadas. Ambas participarán en un encuentro con los lectores en el Teatro El Sauzal (20.00 horas), en una iniciativa propiciada por la librería El Barco de Papel.

-‘Lejos de Luisiana’ sitúa al lector en un lugar y en un tiempo muy concretos: Norteamérica a finales del siglo XVIII. Para proponerle ese viaje, usted antes tuvo que construir el itinerario. ¿Cómo ha sido esa labor de documentación, dónde ha estado la mayor complejidad?
“Ha sido un proceso largo y, efectivamente, también muy complejo. Al principio me resultaba difícil contar con un mapa global de las diferentes alianzas que figuran en la historia. Por ejemplo, saber quiénes iban con quién en el caso de las tribus nativas americanas; conocer los intereses de cada uno y los porqués de sus actuaciones… Y situar en el tiempo los diversos elementos. Es decir, la firma de un tratado en Europa se conocía bastante más tarde en Luisiana. Son desfases de dos o tres meses, e incluso de más… ¿Cuándo conocieron en Luisiana que Francia había cedido a España en 1763 parte de ese territorio? En la Alta Luisiana, por ejemplo, se enteraron dos o tres años después. ¿Y cuándo llegaron los españoles? En 1768. De manera que encajar las fechas de los actos político y de los viajes, de cuándo llega la información y de cuándo lo hacen las personas a ese lugar fue lo más difícil. Lo que hice fue leer y estudiar toda esa información como si estuviese afrontando una tesis doctoral. Hasta que no lo tuve todo muy claro, asumiendo también algunas discrepancias que se hallan en los libros de Historia más sesudos -donde opté por la opción que a mí me parecía más lógica-, no empecé a construir la novela. No ha sido un trabajo sencillo. No soy historiadora, soy novelista. Se ha estudiado bastante el papel de España en la independencia de las 13 colonias americanas que conformarían Estados Unidos, pero no tanto, o al menos no con tanto detalle, la llegada de los españoles a Luisiana”.

-¿Recuerda el momento en el que decidió que quería construir un relato que transcurriese en la Luisiana española? ¿Cuál fue el principal estímulo que le llevó a comenzar a escribirlo?
“Se dio una confluencia de factores, algo que me ha pasado con todas mis novelas. Siempre hay un pálpito inicial. Quería crear una historia de amores imposibles…, he vivido en Estados Unidos…, estudié la literatura norteamericana…, me enganché con Mark Twain y su Misisipi… Tenía varias ideas en mi cabeza. Sabía que la Luisiana fue española, lo mismo que la Florida, pero poco más. El espaldarazo para crear Lejos de Luisiana fue un relato que escribí sobre la mujer de Bernardo de Gálvez, una figura importantísima en la historia de España, de Luisiana y en la ayuda a la independencia de las colonias norteamericanas. Ahí tuve el contexto. ¿Cómo puede ser, me dije, que estos hechos sucedieran y yo tuviese tan poca idea? Me enamoré de la época y de ese lugar, con sus grupos sociales, con las mujeres intrépidas, con la lucha de los esclavos, con las lealtades y las deslealtades, con las tribus nativas… Vi que tenía los ingredientes para intentar hacer una novela grande”.

“Los canarios y los malagueños que repoblaron Luisiana vivían situaciones espeluznantes en un territorio hostil”

-La obra presenta la historia de amor de una criolla de Nueva Orleans y el hijo de un jefe indio, lo que hoy calificamos de relación interracial. ¿Qué importancia reviste este hecho entre los obstáculos a los que han de enfrentarse Suzette Girard e Ishcate para seguir adelante en la sociedad en la que viven?
“Lo más tópico hubiera sido plantear una relación, por ejemplo, entre tramperos o militares franceses y nativas americanas, porque hubo muchas. A esa tierra acudían hombres que formaban allí sus familias. Los únicos que solían ir acompañados de sus esposas eran los altos rangos militares. Quise darle la vuelta a esta historia, porque me parecía mucho más interesante, por rompedor, el hecho de que él fuese nativo americano y ella, hija de un comerciante francés. Sin dejar de ser verosímil, porque los nativos de la tribu a la que pertenece él, la kaskaskia, habían sido educados en la religión católica, conocían el francés y, gracias a los jesuitas, las comunidades nativas tenían relación con las de origen europeo. Este origen de los protagonistas me parecía mucho más potente para la novela”.

-Entre los episodios a los que alude en su obra figura uno que a nosotros, los canarios, nos toca de cerca, la migración de isleños, y de malagueños, a los nuevos territorios españoles. ¿Cómo fue ese proceso de asentamiento? ¿Es posible hallar paralelismos con los procesos migratorios actuales?
“Cierto paralelismo hay. Se da un efecto llamada: hay un lugar que ofrece posibilidades para mejorar las condiciones de vida y la gente acude a él. Pero también hay muchísimas diferencias. Los canarios y los malagueños fueron a Luisiana sobre todo porque el padre del gobernador Bernardo de Gálvez [Matías de Gálvez y Gallardo] estaba destinado en Canarias. Ambos eran de Málaga, por lo que para repoblar los territorios en América recurrieron a lo que tenían más cercano. Cuando esta gente llegaba, le daban una carreta, animales domésticos, semillas, aperos… Lo básico para comenzar una nueva vida. Pero claro, vivían en unas condiciones terribles. Iban a la aventura en un territorio hostil. En cualquier momento podían sufrir un ataque de los nativos americanos o morir de una de las numerosas enfermedades a las que estaban expuestos, sobre todo, la fiebre amarilla. Además, por desconocimiento, en ocasiones construían los asentamientos muy cerca del Misisipi y las crecidas del río los destruían, por lo que tenían que volver a empezar. La imagen que tengo de esos pobres isleños y malagueños es de esfuerzo frente a las dificultades y al hambre. A todo esto se suman los conflictos que mantenían España e Inglaterra, donde los colonos más fuertes tenían que sumarse a las milicias. Ahora vivimos también situaciones tremendas, dramáticas, espeluznantes, pero hoy la ayuda que podemos prestar a personas que sufren estas circunstancias es mayor, más eficaz”.

“Quise hacer una novela luminosa, por eso me centré en el esfuerzo de la gente para salir adelante a pesar de todo”

-¿Qué simboliza el Misisipi en ‘Lejos de Luisiana’, más allá de su presencia en el paisaje?
“Es el eje vertebrador, representa la vida. Quería escribir una novela sobre la vida, que es política, es amor, es sufrimiento, es alegría… La vida puede ser muy bonita, como el río cuando fluye de manera tranquila, con sus meandros, pero de repente se desborda y te rompe los esquemas, te enfrenta a dilemas y a situaciones terribles. Tuve muy presente las coplas de Jorge Manrique: Nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar, / que es el morir…, lo que ocurre es que yo quería buscar un final más luminoso, así que me centré en el esfuerzo, en la ilusión para continuar adelante a pesar de todo. Eso sería el símbolo del río en esta novela”.

-¿Necesitó tener toda la cronología de hechos históricos y el contexto geográfico perfectamente definido antes de ponerse a construir el relato por el que transitan los personajes?
“Sí. Tuve que disponer de lo general antes de centrarme en lo específico. Los grandes acontecimientos históricos de la época atraviesan la vida de los personajes, de manera que sentí la necesidad de tener unas tablas, año por año, sobre los hechos que iban ocurriendo y discernir si afectaban o no a los personajes y por qué. Siempre sin olvidar que no se trata de una lección de Historia, sino de una novela, en la que hay un viaje físico y también emocional de los personajes. Por ejemplo, en el primer manuscrito tenía las batallas ampliamente detalladas, pero me di cuenta de que toda esa información sería válida para otro tipo de texto, pero en este no tenía sentido usarla al completo. Como escritora, has de saber cuándo se encalla la novela y cuándo la Historia está apoderándose de la parte de ficción que no le corresponde. Siempre que he escrito novela histórica trabajo así, de lo general a lo específico. Eso requiere muchas fichas, muchas cartulinas pegadas, una línea cronológica… Para no olvidarme quién estaba en ese lugar, en qué momento y por qué”.

-Apenas han pasado tres meses desde que ganó el Premio Planeta. ¿Cómo está siendo ese otro viaje que ha emprendido con ‘Lejos de Luisiana’ bajo el brazo?
“Como he publicado otras novelas, sé en qué consiste la promoción y no me ha pillado desprevenida. Aunque esta sí que es más intensa, pero me ha llegado en un momento de la vida en la que puedo estar más tranquila e incluso disfrutarla, a pesar del esfuerzo que supone. Sucede que la ilusión también mueve montañas y estoy tan contenta y tan satisfecha que me enfrento a la parte más árida del trabajo con sosiego y con alegría. También regreso a lugares en los que ya había estado antes y el reencuentro con muchas personas está siendo muy lindo”.

“El premio llega en un momento de mi vida en el que disfruto de la intensa promoción del libro con sosiego y alegría”

-El viernes acude a Tenerife, a El Sauzal, para presentar la novela. ¿Qué significan para usted estos encuentros literarios donde tiene la posibilidad de poner rostro y conversar con muchos de sus lectores?
“Seguro que soy poco original si digo que para un escritor es fundamental, o al menos para mí y para los que conozco, el encuentro con los lectores. Este es un trabajo solitario, pasamos muchas horas solos. No hay un café a las once de la mañana con los compañeros de trabajo. A veces te desanimas, pero entonces recibes un mensaje o acudes a iniciativas como la de Tenerife, en las que hay una energía contagiosa, y encuentras el sentido. Es muy bonito escuchar que algo que has escrito ayuda a alguien, o le enseña, o le entretiene, o le conmueve… Eso da sentido al acto de la escritura. Tengo muchas ganas de estar en Tenerife porque ir a Canarias era una deuda pendiente. Hice un viaje rápido a las Islas durante el rodaje de Palmeras en la nieve (Fernando González Molina, 2015), pero ahí no hubo contacto con los lectores. De manera que me hace mucha ilusión”.

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