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Buenos mal

El mago siempre sustituyó la expresión “menos mal” por “buenos mal”. En realidad, construyó sin querer un oxímoron. Según la Academia, el oxímoron es algo así (copio) como una figura retórica de pensamiento que consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto; por ejemplo, la nieve no puede ser negra. El mago se arma líos con las palabras, constituyan o no un oxímoron. Un suponer, dice suidad por ciudad o el Radio Crus por Radio Club. También el elemento barriada cuando pretende ser falsamente fino. No hay nada peor que el mago fino, que cree que sabe inglés por poner los verbos en infinitivo, quitar los artículos y gritar mucho. Le dice al turista: “Tú coger por derecha y luego torcer a izquierda, entonces ver parada guaguas”. Como si el informante fuera el mismísimo Toro Sentado. El “buenos mal” se encuentra muy arraigado en el idioma rural. También acostumbra el común de medianías y barriadas a ponerle tiempos al verbo haber, que es auxiliar y, hoy por hoy, impersonal: “Hubieron muchos muertos”. No, hombre, hubo muchos muertos. En los periódicos digitales se leen verdaderas barbaridades, escritas por analfabetos funcionales a quienes se les ha dotado de ordenador de última generación. Y no sólo (dejen la tilde) se equivocan en la sintaxis y yerran en la ortografía, sino que meten la pata en la información. Algunos periodistas catalanes que pretenden apropiarse de lo ajeno han citado reiteradamente al famoso abogado grancanario Cristóbal Martell Pérez-Alcalde como Cristóbal Martorell. Se trata del defensor de Dani Alves, para quienes no estén debidamente informados. Le han colocado el Martorell y se han quedado tan panchos; o sea, le han puesto nombre de viajante de tejidos de La Escopeta Nacional, dicho sea sin ánimo de ofender a la ciudad y a su topónimo.

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