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El sí de las niñas

El sí de las niñas no es nuevo, no es un invento podemita, no es una invención feminista. Don Leandro Fernández de Moratín, ya en 1806, estrenó en Madrid una comedia, me parece que en tres actos, que tituló así, El sí de las niñas. Fue prohibida por la Inquisición, que todavía en esas fechas hacía de las suyas. La comedia se refiere a la libertad de las chicas a elegir pareja y a decidir sobre su educación. Hombre, modernamente, menos mal, se ha ido mucho más lejos en la defensa de los derechos de las mujeres, pero la reivindicación viene desde muy al principio del siglo XIX, cuando don Leandro escribió esta comedia que algunos llaman dramática -drama y comedia parecen un oxímoron- y otros denominan teatro neoclásico. El lío que se ha armado en España con el sí es sí y sus variantes contrasta con el ya famoso no es no de Pedro Sánchez, referido me parece a los pactos, al que ahora Podemos le ha dejado un paquete que tiene difícil solución. Lo peor es la zozobra que estos dimes y diretes crea en los jueces y sobre todo en la opinión pública. Desde luego, uno quiere que sea lo mejor para la mayoría de las personas afectadas -en este caso, las mujeres-, pero sin vulnerar los derechos de nadie, porque las leyes, lo recuerda la Constitución, tienen que ser iguales para todos. En fin, que don Leandro Fernández de Moratín representó su obra en la cuaresma de 1806 y un cura censor puso el grito en el cielo, intervinieron los obispos y la Inquisición y la obra se fue al carajo, aunque queda para la posteridad. El mundo es un puro ciclo, la historia se repite y llueve mucho en Canarias, a pesar del cambio climático de Greta Thunberg. ¿Estará equivocada esta chiquita?

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