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Mala suerte

Mira que me cae bien Telefónica, mira que soy usuario de Movistar y mira que aprecio a su delegado en Canarias, Juan Flores, que es un crack. Pero tengo mala suerte con la compañía. Hace unas semanas acudí a una tienda de Movistar, en un centro comercial de La Orotava. Quería pedir un televisor. Me atendieron bien, pero me dijeron que mi sistema era de los viejos -pago la friolera de 180 euros al mes- y que tenían que cambiármelo, porque yo había solicitado ya una tablet, cosa que es cierta. Trámite engorroso. Vale, pues le dije a la amable dependienta que lo dejara, que yo no quería ya cambiar nada. El viernes pasado fui a comprarme un móvil Samsung, de esos pequeñitos que se pliegan y caben en un bolsillo. Lo solicito, me dice que vuelva en dos días, vuelvo, ya tenían el terminal (me habían avisado por mensajería de que podía retirarlo), la operación estaba aprobada, e incluso solicité un número adicional, pero a la hora de que el ordenador volcara el contrato en el aparatito para la firma, nada. ¿Solución? Pues que volviera otra vez a firmarlo en papel, enviar el papel a no sé dónde y después recoger el teléfono. Un coñazo. Le dije a la señorita, muy amable y con un poco de catarro, que no, que anulara la operación. Me quedo sin el teléfono que me gustaba. Tengo mala suerte con mi compañía telefónica. Nadie tiene en cuenta la edad que uno tiene y que tampoco puedo estar perdiendo horas de mi vida yendo tres o cuatro veces a un mismo sitio a por un puto teléfono. Me rindo. La tienda ha mejorado, te atienden muy bien, pero yo renuncio al capricho, porque mi coche gasta mucha gasolina para intentarlo otra vez.

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