Cabreado

Este país me tiene muy cabreado. Cuando escribo esto me doy cuenta de que nosotros mismos hemos creado una España oscura y de tercera división. Si no fuera por el Real Madrid, la España actual no existiría, por eso toca ahora cargarse al Real Madrid. Si el escándalo arbitral tuviera como protagonista al equipo que viste de blanco ya estaría condenado. Pero es el Barcelona. Y hasta Anson ha sugerido que detrás del escándalo existe también, o puede existir, un problema político. ¿Qué le ocurrirá al F.C. Barcelona? Nada. El asunto pasará a la historia, pero de rositas, ya lo verán. Nadie tocará, ni en los juzgados ni en la jurisdicción deportiva, al club que preside Laporta. Y mira que me he propuesto, al final de mi vida, no hablar jamás de política ni de fútbol públicamente. Y tampoco escribir sobre ello. Estoy harto de ocuparme de asuntos que ni me van ni me vienen, ni tampoco me van a traer beneficio alguno. Sin embargo un día, muy próximo, les contaré una hazaña de Rubiales, que ahora la ha tomado con Javi Clemente y conmigo, aunque va de culo ese Rubiales. Casi nadie al aparato. A mí me encanta la guerra de las palabras, siempre me ha gustado, lo que pasa es que me coge viejo, aunque tenga amigos más jóvenes con ganas de decir cuatro cosas y de decirlas en el momento oportuno. Bueno, puede que ustedes ahora mismo se estén quedando en treinta y tres, pero voy a esperar un poquito para hablar del asunto. España es un país de pícaros, pero, claro, los pícaros están muy retratados en las novelas ejemplares de Cervantes. Ahora los pícaros llevan chaqueta y corbata, pero les sientan como un tiro. Ya hablaremos porque el sainete está en sus comienzos.