La radio ha vivido etapas doradas en esta isla, que es radiofónica por los cuatro costados. Cuando en Tenerife era un medio adictivo como hoy el teléfono móvil, que movilizaba y divertía a la gente en el amanecer de un nuevo país, en los años 80 y 90 del siglo pasado, pronto descollaron en la factoría de Radio Club -era un fenómeno nacional que nunca se iba a repetir- voces destinadas a un olimpo de estrellas imborrables en la memoria colectiva de la sociedad.
Willy García, que ayer regresó a las ondas en Atlántico Radio, es uno de esos locutores consagrados que vi llegar a la mítica emisora que dirigía Paco Padrón en la Avenida de Anaga. Lucas Fernández, que preside el Grupo PLATÓ DEL ATLÁNTICO, propietario de DIARIO DE AVISOS, también estaba allí y ahora pone en marcha en la Dársena de Santa Cruz este proyecto con los mimbres y los nombres de aquella aventura, como Willy García y Óscar Méndez.
El proyecto radiofónico del Grupo PLATÓ DEL ATLÁNTICO da un paso que inaugura todo un camino, al que se suma Atlántico Televisión. Aquella etapa que sirve de precedente fue el puente de la Transición a la democracia, de la radio a la era digital. Ahora la radio no es papel mojado, como dicen los pitonisos respecto del periódico de papel. La radio se coaligó con Internet y consolidó su ámbito de influencia.
En la generación de Willy destacaron varios de los mayores hallazgos de entresiglos en este medio de comunicación que goza de tanto auge y predicamento en Tenerife. Han pasado unos cuantos lustros desde que el adolescente que se hizo hombre detrás de un micrófono se retiró temporalmente de la radio. Y vuelve con María Rozman (tres Emmy) al frente del magacín Good morning, Canarias!, como de un salto de orilla a orilla, de un tiempo de vino y rosas a estas trincheras del apocalipsis que hemos socializado como nuestra posverdad y pronto nuestro metaverso.
El periodo que simboliza esa generación de la que procede Willy García era una agradable primavera social en todos los sentidos. Había un estado de ebullición permanente. Lo político estaba verde, lo europeo era un modo de ser de primera división, porque el fútbol lo impregnaba todo y Willy transmitía los partidos del Tenerife con la misma impronta que hacía 40 Principales en FM y las mañanas en Onda Media.
Esta época bélica, pandémica y cejijunta, todo a la vez, está necesitada de un remeneo radiofónico, aun en tiempos de Internet y TikTok. Estoy convencido de que el eslogan de reclamo del debut de este Good morning, Canarias! no defraudará y el magacín de Atlántico Radio revolucionará las ondas matutinas de las Islas.
El destino de algunas personas es inexorable. A Willy lo llamó la radio muy pronto y fue un locutor precoz. Su evolución fue ascendente de un modo natural, no había necesidad de que siguiera los pasos de ningún maestro, era de aquel grupo de comunicadores intuitivos que yo vi crecer y consolidarse muy pronto, con el adanismo justo de una hornada emprendedora y disruptiva, que no solo innovaba, sino que lo hacía sistemáticamente. Abanderaban las gestas de la isla en el terreno deportivo o musical, tenían carisma y labia, una simpatía innata que seducía a la audiencia y les convertía en hijos radiofónicos de las numerosas madres oyentes.
Aquel periodo de gracia desapareció un día, de la noche a la mañana, y entramos en barrena, fuimos dando tumbos un año tras otro sin poder adivinar que era el inicio de una era oscura y sórdida, cuyas señales no supimos descifrar: las Torres Gemelas, los trenes del 11M, la Gran Depresión, la COVID y la invasión de Ucrania. Todo empezó en el 2001 y se fueron encadenando los demás reveses, a cual mayor.
Ahora, una vez escarmentados, añoramos los años felices de radio y jet foil, la terraza marítima que nos daba complicidad y camaradería. Willy y Rozman nos prometen rescatar la música de los 70-80-90, contarnos las cosas sin acritud y hacer que la risa contente las mañanas. Cumplirán su palabra.