tribuna

Lemus y el libro

Primera librería Lemus
Pintada con la esvástica a la primera Librería Lemus. DA

Por Nicolás González Lemus | Con la presencia de la rectora de la Universidad de La Laguna, Rosa Aguilar; el director de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, José Gómez Soliño; representantes del Ayuntamiento lagunero, otras autoridades del mundo de la cultura y destacados lectores, el pasado 17 de marzo se clausuró la conmemoración del 50º aniversario de la Librería Lemus, tras una semana protagonizada por actos culturales. La gente cree que los Lemus procedemos de La Laguna, error que ha prevalecido en todo el tiempo de existencia de la librería. No. Todo comenzó cuando los hermanos Francisco (Paco) y Nicolás (Nico) González Lemus nos desplazamos de La Orotava para entrar en la Universidad. Nuestro padre, y los de otros estudiantes y amigos de la Villa, Antonio Delgado, Juan Pérez (el Poyo), Gustavo Cruz y Francisco Franco (Tito), alquilaron una vivienda en Geneto para nuestra residencia. Paco, para estudiar Matemáticas, y yo, Historia en la Facultad de Filosofía y Letras. El hermano Domingo, trabajador de la hostelería, solía ir con el Simca a visitarnos.

Yo entonces era partidario de la difusión de la cultura como forma de lucha contra la dictadura franquista. En aquellos años, 1973, estaba a las puertas de la universidad la Librería Tinerfeña, con fama de abusar con el precio de los libros, y, en repuesta, un grupo de estudiantes montaron la CAE, de venta de libros de textos. Pero yo tenía en mente como proyecto cultural una librería. Solía ir a comprar a Goya y a otro establecimiento en la calle de Argentina, no recuerdo su nombre, de venta de libros subversivos, ambos en Santa Cruz. En una ocasión, a la altura de La Victoria, en el Simca, le insinué a Domingo por qué no poníamos una librería. Se trataba de evitar los gastos durante toda la carrera a nuestro padre, que Domingo dejara el trabajo en el hotel y que yo consiguiese realizar el proyecto. Se lo comenté a Paco y se lo planteamos a nuestro padre. El habló con el cuñado Domingo Luis, residente en la calle Catedral de La Laguna, quien nos consiguió el local en Catedral, 29, donde en lo alto vivía la familia Rodríguez Münzenmaier. Así comenzó la Librería Lemus.
Tras mi detención por la noche en Geneto, por el compromiso contra la dictadura, junto con Tito y Antonio, ellos puestos en libertad a la mañana siguiente y yo conducido a los calabozos del Gobierno Civil, acusándome de estar afiliado al PCE, me enviaron al servicio del Ejército a Las Palmas, como forma de castigo. Al regresar me incorporé a la Universidad y a la librería, que se convirtió en hogar, en centro comercial y de actividad cultural. Ayudaban los amigos Álex Hansen, los hermanos Doreste, Antonio y Rode, que acabaría siendo mi primera esposa. En la trastienda me preocupaba de conseguir libros prohibidos de ciertos autores (García Lorca, Pablo Neruda, Rafael Alberti, César Vallejo, Bertolt Brecht…), muchos de la editorial Losada, o de Progreso de Moscú, obras de Lenin, Carlos Marx, Rosa Luxemburgo y otros marxistas. En esos turbulentos y agónicos años de la dictadura, la librería sufrió atetados de la extrema derecha (un día, la rotura del escaparate con botellas de cerveza, y una mañana amaneció con la pintada comunista y una esvástica…).

La nueva Lemus

La librería empezó a crecer y se abrió la nueva Lemus en la calle Heraclio Sánchez, 64. Carmelo el Mocana y Agustín Vigarra, de La Orotava, fueron los carpinteros. Los amigos de La Laguna (Pancho, Medina, Carlos, Quique, César, Jorge, Lorenzo y otros) ayudaron a monta estantes y colocar libros. Andrés Doreste y yo fuimos los primeros encargados. Paco quedó a la atención de las Matemáticas, Ciencias Naturales e Idiomas, y yo, de Ciencias Sociales y Humanas, por mi formación y el conocimiento de la literatura por la amistad con Domingo Eulogio, el mayor lector que ha existido en La Orotava. Nace Lemus-Humanidades. Insinué convertir la librería inicial en una especializada en Canarias. Nunca lo logré.

En el segundo lustro de los años 70, Lemus-Humanidades era ya un centro cultural, social y político después de las horas laborales. Bajo la dictadura se celebraban, de forma clandestina, reuniones de partido, seminarios de formación política e incluso estuvo el aparato de propaganda del PUCC. En 1974 se abrió la librería Jarama, a cuyo frente estaba Lorenzo Arozena, profesor expulsado de la universidad. La rivalidad de librerías se puso de manifiesto, hasta que Lorenzo dejó Jarama en 1983. Se encargaron Francisco Tovar y Rafa Castañeda, pero ya no era lo mismo y cerró al poco tiempo. Pasados unos meses, Lorenzo se incorpora a trabajar conmigo por la tarde. Fueron los años más creativos y bonitos de Lemus. Elaborábamos un folleto con las novedades: yo se las dictaba y él las escribía a máquina. La jornada completa estábamos Andrés Barella y yo. Con él podía ausentarme para realizar la tesis doctoral de Historia. Lorenzo tuvo que dejar el trabajo por un desprendimiento de retina y Andrés, años después, por un cáncer de esófago. Tras varias licenciadas al frente, se incorporó, en los 90, un trío de empleados, Goretti, David y Víctor, que formaría parte de la familia cultural. Se volvió a una época dorada. Pasaban muchos vecinos y profesores, algunos, para mantener largas tertulias (José Luis Sánchez Parodi, Alberto Galván Tudela, Juan José Delgado o José Manuel González Rodríguez). Se abrió la sucursal de Lemus en la Avenida de la Trinidad. Yo acepté la compra del local si era para una librería de Ciencias Naturales y Estudios Técnicos. Propuse a Daniel Ardila Cabañas como encargado, pero no lo aceptaron los socios por razones económicas y la librería se convirtió en algo general, como un barco a la deriva por la ausencia de dirección con conocimiento.

Combiné muchos años la docencia en el Centro Universitario Iriarte con la dirección de Ciencias Humanas y Sociales de Lemus-Humanidades, en Heraclio Sánchez, delegando mucho en David Gaspar, licenciado en Historia del Arte, baluarte de las secciones de las Ciencias Sociales, hasta que dejó la librería por la enseñanza. Solo queda del trío Víctor, responsable de la literatura y de Canarias. Yo me tuve que jubilar por problemas de salud y Ciencias Sociales y Humanidades ha quedado huérfana. Lemus-Humanidades se ha convertido, además de en un centro comercial, en un centro cultural donde la peregrinación de profesores y estudiantes universitarios es constante. Gómez Soliño, un asiduo, tomó la palabra en el acto de clausura, además de Santiago Pérez, y manifestó que cuando se acercaba a ver las novedades, presentía que detrás de los libros había algo más. En efecto, el personal. Lemus es hoy una marca comercial y cultural de referencia, con proyección regional y nacional.

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