tribuna

Nuestra misión histórica

Por Romén García Arteaga Cada (Coordinador del equipo de empleo de Proyecto Drago) | generación, dentro de una relativa opacidad, tiene que descubrir su misión, cumplirla o traicionarla”. Frantz Fanon.

Pertenezco a una generación que hizo todo lo que le mandaron para tener un buen futuro. Nos dijeron que estudiáramos y lo hicimos. Que aceptáramos prácticas sin remunerar, porque estábamos empezando y las aceptamos. Que trabajáramos duro y mal pagados, aunque fuera en algo que nada tuviera que ver con nuestra titulación, y trabajamos. Hoy tengo 28 años y casi cuatro cotizados a la seguridad social. A cambio sigo teniendo acceso a empleos precarios y los precios inflados del alquiler terminaron echándome del municipio que me vio crecer. Esto no funciona y nos toca arreglarlo.

Nos toca decir que nos robaron el paraíso que le vendemos a los de fuera. Que de la tarta del turismo nos dejaron sin un pedazo. Que el motor de la riqueza solo está funcionando para que cuatro empresarios se queden con el fruto de nuestro trabajo. Que extranjeros y especuladores compran las viviendas en las que tendríamos que formar nuestros hogares. Que sus vertidos acaban con nuestras playas y sus macroproyectos con la biodiversidad que adorna su estand en Fitur.

El canario es un pueblo que lucha. Que no ha parado de levantarse década tras década. Existe una clara conexión entre los represaliados que lucharon por la libertad durante el franquismo con las huelgas obreras de la transición y el “no a la OTAN” que se llevó en Canarias el primer gobierno socialista. De esa misma tradición cuelga la organización popular que logró salvar Teneguera o Tindaya y se manifestó contra la militarización de El Hierro o las prospecciones petrolíferas. De la misma forma, no cuesta relacionar al César Manrique de los 90 frente a una pala en Puerto del Carmen con las activistas acampadas en El Puertito de Adeje y el Barranco de Arguineguín.

Hay un hilo histórico que conecta todas estas experiencias y a la gente de esta tierra, desde los que se alzaron hace cinco siglos hasta los que siguen haciéndolo hoy.

A finales de los 70, luchadoras por la libertad que desde el ámbito sindical y vecinal habían defendido los intereses populares se presentaron a las elecciones unidas. Las luchas de entonces por problemas de vivienda, transporte y la escasez de servicios públicos tuvieron una traducción electoral que entendió las instituciones como una herramienta para transformar las realidades que sufría el pueblo canario. Cuatro décadas después, el pueblo canario sigue atravesado por dolores similares a los de entonces y la suma de otros nuevos, vinculados al modelo socioeconómico que nos impusieron.

Aquellas generaciones descubrieron su misión y la nuestra empieza a tenerla cada vez más clara. Vivimos un momento histórico donde necesitamos organizar toda nuestra fuerza. Nos toca construir la unidad desde la obediencia al pueblo canario sin imposiciones dictadas a miles de kilómetros. Nos toca dar respuesta a la falta de vivienda, proteger y ampliar los servicios públicos. Nos toca levantar una herramienta a la altura de una cultura canaria autorreferenciada que le enseña al mundo que detrás de nuestra bandera tricolor hay mucho más que hoteles de cinco estrellas.

Somos la generación que está llamada a construir las bases de un nuevo país. Una generación orgullosa que sabe que, por más grandes que sean las dificultades, sí se puede tener un gobierno que defienda nuestra tierra y a su gente. Una generación que no merece seguir observando su isla por la ventanilla de un avión que le lleva lejos a buscar las oportunidades que aquí nos niegan. Somos la generación que va a diseñar un nuevo modelo de desarrollo, más justo y sostenible, en el que todos quepamos.

Este 28 de mayo, cuando nos pregunten cómo vamos a cumplir nuestra misión histórica, por fin vamos a tener una respuesta: Proyecto Drago. Y ese será solo el principio.

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