La armonía que surge de los opuestos, del contraste, es el eje con el que se vertebra, en buena medida, For a little while, la propuesta expositiva que presenta en Francia el artista multidisciplinar Giovanni Ozzola (Florencia, 1982). La muestra puede contemplarse hasta el 14 de junio en la Galleria Continua, que se halla en la rue du Temple, en pleno corazón de París.
“Se trata de un espacio muy abierto, que establece un diálogo continuo con la calle”, explica Giovanni Ozzola, afincado desde 2014 en Tenerife y cuyo trabajo artístico, con un deliberado carácter transversal, se centra especialmente en la fotografía. “Eso me ha permitido abordar la dicotomía dentro y fuera, en el plano físico, pero también en el conceptual”, detalla acerca de un proyecto que reúne una quincena de obras en las que el creador italiano revisita búnkeres, casas y otras edificaciones abandonadas de la Isla, como el truncado proyecto del hotel de Añaza, en Santa Cruz de Tenerife.
La oposición, lo desigual, lo que no es semejante viene siendo una de las constantes de la labor artística de Ozzola. “En esta exposición juego con lo natural y lo artificial, con lo que está dentro y lo que se halla fuera. También tiene que ver con encontrarse en la oscuridad y, de alguna manera, con perderse en la luz”, argumenta el artista. “Todas las obras son imágenes tomadas en la Isla. Me parecía interesante la experiencia de tener en París un pedazo de Tenerife”, pone de relieve.
FRESCOS ‘ROBADOS’
El strappo es una técnica milenaria de la que, por ejemplo, existen testimonios de su empleo en Roma ya en el siglo I a. C., justo en los años inmediatamente anteriores al gobierno imperial de Augusto. Consiste, a grandes rasgos, en el procedimiento que se lleva a cabo para la retirada de una pintura mural con la finalidad de llevarla a otro soporte y, en definitiva, exponerla en un lugar distinto al concebido originalmente.
Con las variaciones que marcan el paso de los siglos y el desarrollo de la tecnología, este procedimiento, y sus derivados, ha llegado a nuestros días. “Muchos frescos italianos de la Antigüedad se encuentran hoy en Francia, en el Museo del Louvre”, apunta Ozzola.
“En For a little while empleo la misma técnica, recurriendo a materiales y recursos contemporáneos -precisa-, para robar de las paredes grafitis, escritos, grabados. Que en ocasiones son muy convencionales, muy rudimentarios, como Yo amo a no sé quién, pero también a veces recogen frases que me parecen interesantes, como Ni olvido ni perdono, inscritas con un clavo de un grosor considerable”.
“Todo esto, finalmente -añade el artista-, va construyendo el mapa de un tiempo y de un lugar. En uno de esos fragmentos de pared, obtenido en Añaza, hay inscripciones fechadas en 1980 y hay otras que fueron realizadas en 2022. Es decir, más de 40 años de individuos expresándose, grabando sus ideas y sus locuras… Cada uno de esos mensajes responde a una individualidad, pero todos juntos conforman otra cosa”.
Ese es justo otro de los planteamientos que formula la exposición de Giovanni Ozzola: el valor del individuo dentro de la colectividad.
LO INDIVIDUAL, LO COLECTIVO
“Para tener una sociedad sana -afirma el artista-, antes necesitamos que cada persona sea consciente de sí misma y de la importancia que tiene, que debe tener, en ese colectivo. La individualidad y la colectividad es una dicotomía más sobre la que reflexiono en la exposición. Si no cuentas con individuos, no tienes un grupo, sino un rebaño”.
La presencia de Tenerife no se limita únicamente a Francia. En el mes de abril que acaba de culminar, Giovanni Ozzola ha mostrado también en China su discurso estético concebido en la Isla. En la feria de arte Photofairs Shanghai.
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