editorial

Canarias gira a la derecha

La vuelta de CC al poder, tras cuatro años de oposición, coincide con las esperanzas del PP de que estas elecciones le devuelvan en diciembre a la Moncloa
28M - Editorial

El PSOE ganó ayer las elecciones en esta comunidad autónoma, pero Coalición Canaria (CC) resistió en las urnas, con la pérdida de un solo escaño en el Parlamento, y el PP, que impuso a nivel nacional su marea azul, experimentó una notable subida de cinco diputados en el Archipiélago. El bloque conservador, formado por CC y PP, logró sumar escaños suficientes para asegurarse gobernar juntos hasta 2027.

El Pacto de Progreso, que ha presidido el socialista Ángel Víctor Torres, tras cuatro años de ardua gestión frente a una pandemia, quedó en la orilla y uno de sus socios integrantes, Podemos, no logró representación parlamentaria. El vicepresidente del Gobierno, Román Rodríguez, de Nueva Canarias (NC), que fue presidente de la comunidad de 1999 a 2003, se quedó por primera vez, tras una dilatada carrera política, sin acta de diputado. Algunas circunstancias, como las descritas, que llamaron poderosamente la atención, se vieron provocadas por la aparición en escena de Vox, partido que obtuvo cuatro escaños en el Parlamento sin que la mayoría de las encuestas hubieran detectado, a lo largo de la campaña, tal eventualidad.

El giro electoral en la comunidad autónoma no se inscribe exactamente en el fenómeno ocurrido a nivel nacional. El PSOE de Ángel Víctor Torres, en contra del retroceso de sus siglas en la Península y Baleares, confirma su hegemonía en Canarias, pero se queda sin aliados para gobernar. En cambio, CC podrá llevar nuevamente a la presidencia a su líder, Fernando Clavijo, con ayuda del PP y sin necesidad de pactar con Vox, que sí es un socio necesario de los populares en buena parte de las instituciones que arrebata al PSOE en el resto del Estado.

A la dupla CC-PP, con 19 y 16 escaños, respectivamente, le hace falta solo el apoyo de un diputado para escalar hasta la mayoría absoluta necesaria para la investidura. Ese respaldo lo puede hallar en ASG (tres) o Agrupación Herreña Independiente (uno). Una mayoría factible que garantiza a los conservadores repartirse el poder autonómico, frente a una oposición de izquierda que le deja la economía, tras su paso por el Gobierno, en inmejorables condiciones de crecimiento.

Ha sido, como queda dicho, la entrada de Vox en el Parlamento la que pinchó el globo del Pacto de Progreso, formado por PSOE, Nueva Canarias (NC), Podemos y ASG, en cuyas manos estuvo Canarias entre 2019 y 2023, el periodo más turbulento a nivel nacional e internacional. La ultraderecha, que vivió ayer una particular ola en toda España, dañó a NC y, sobre todo, a Podemos. Este último concurría ya de por sí diezmado por las divisiones internas en su espacio político.

La vuelta de CC al poder, tras cuatro años de oposición, coincide con las esperanzas del PP de que estas elecciones le devuelvan en diciembre a la Moncloa. En cierta forma, CC, que había convivido con el PP de Rajoy, regresa a su formato más conocido, el de pretender marcar el paso a los populares en Canarias y secundar la estrategia nacional marcada por Génova. En ese sentido, la incógnita es cuál será la cuota política de Manuel Domínguez, presidente del PP canario, en el reparto de poder durante la etapa que ahora se abre en las Islas.

En el nuevo equilibrio de liderazgos que suponen estas elecciones, caben muchas conjeturas. Pero, entre ellas, hay una que salta a la vista. A la previsible presidencia en manos de Fernando Clavijo cabe presumir que la vicepresidencia corresponda al presidente del PP, el realejero Manuel Domínguez. Y el número de consejeros que corresponda a cada fuerza no podrá ser ajeno al hecho de que el PP haya crecido en cinco escaños, en tanto CC perdió uno.

Canarias pasa de estar regida por un gobierno de izquierdas a ser gestionada por un gobierno de derechas. Hasta que se celebren elecciones generales antes de final de año, el próximo ejecutivo conservador de las Islas deberá encontrar puentes de entendimiento con el gabinete socialista de Sánchez, con el que CC había suscrito un acuerdo para los últimos Presupuestos Generales del Estado, pero con el que acabó tensando la relación hasta llegar a un duro enfrentamiento.

La erupción de La Palma y la irrupción de Vox han contribuido a este sismo electoral. CC vivió emociones contradictorias, con el repunte en la isla de Cumbre Vieja y, sin embargo, la pérdida de representación en la otra isla mayor, Gran Canaria, donde ha visto reducida a la mínima expresión su peso político. Solo el PP puede alardear de una presencia estimable en esa isla, por su mayor implantación, lo que resulta imprescindible para asegurar una travesía sin escoramientos insulares en los próximos cuatro años.

Tenerife fue el escenario de una dura batalla entre las tres principales fuerzas, PSOE, CC y PP. Los socialistas, que se garantizan las alcaldías de La Laguna y Puerto de la Cruz, pierden dos de sus feudos, Arona y Guía de Isora. En Santa Cruz de Tenerife la candidata socialista, Patricia Hernández, ganó por primera vez en las urnas, pero sin mayoría absoluta para gobernar, lo que sí podrá hacer José Manuel Bermúdez, de CC, que quedó en segundo lugar. La exministra Carolina Darias aseguró la Alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria para su partido, el PSOE.

Ayer se abrió un nuevo capítulo en la historia de la vida política regional, insular y municipal de Canarias. Cuarenta años después de las primeras elecciones autonómicas, la democracia consagra la alternancia en el poder, uno de sus grandes atributos, con que se pone a prueba en cada cita electoral la robustez del autogobierno.

En las filas del Pacto de Progreso, como ocurriera tras la primera legislatura presidida por Jerónimo Saavedra, cobró cuerpo la decepción del resultado electoral, pese a sus logros frente a la adversidad. Ahora como entonces, los ciudadanos han tenido la última palabra, el autogobierno sigue su curso y los partidos, en el poder o en la oposición, están llamados a dar lo mejor de sí mismos por esta tierra.

Los resultados del 28M en España no son inocuos para los meses que restan al ejecutivo de Pedro Sánchez hasta las próximas elecciones generales. Dado el mensaje del electorado, cabe esperar cambios en el Gobierno y en el propio aparato del PSOE. La Moncloa y Ferraz se juegan, en la próxima cita electoral, el aprobado o el suspenso en política nacional de quienes hoy juzgaron a los gobernantes autonómicos y locales del conjunto del país.

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