tribuna

El papa y Caperucita Roja

El final de la guerra urge y no hay que ser un zahorí para adivinar que ha comenzado la cuenta atrás con vistas a la paz. Como, con respecto a la pandemia, acaba de firmar la OMS el fin de la emergencia global tres años después y con siete millones de muertos.

Por esta rampa de la guerra ya comienza un desfile. Son los mediadores de la paz, por más que el martes salgan a pasear en Moscú las armas de Putin por el Día de la Victoria. Líderes europeos y americanos asoman la cabeza por esa pasarela. El presidente chino, Xi Jinping, enarbola la antorcha. Y ahora levanta la suya el papa, liberado del yugo de la silla de ruedas, con un guiño infantil: desafiando los tópicos sobre Caperucita Roja y la figura del lobo feroz. Este cuentacuentos de Dios son palabras mayores, después de leer a Perrault o los hermanos Grimm, y aunque Borrell haya dicho que aún no es tiempo de armisticios.

Hay informaciones que pasaron desapercibidas sobre lo que pensaba Francisco del conflicto, y su credo no es el de Occidente ni el de Oriente, sino el de una especie de ateo de la guerra que no cree a ningún bando y denuncia la venta de armas, el dogma oculto de la invasión, sin posicionarse.

En el 94, durante una visita a Rusia y Ucrania, Kiev despuntaba como una de las ciudades más hermosas del mundo y en la Plaza Roja de Moscú, donde Canarias había colocado poco antes su célebre valla publicitaria, era inevitable pensar en el aterrizaje furtivo de aquella avioneta que había logrado burlar los radares del Kremlin, la gesta de un piloto lleno de osadía que se llamaba Mathias Rust. No sé si los drones de esta semana en los palacios de Putin, que recuerdan su afición a inventar atentados de falsa bandera, retrasarán el reloj de la paz bajo la lluvia de bombas previsible ante la inminente contraofensiva ucraniana. Son las curvas de la paz.

Celoso por la charla del chino con Zelenski, Putin pone cohetes en las ruedas del acuerdo y sortea las críticas internas por las bajas, los insultos del jefe mercenario del grupo Wagner, los ceses de los carniceros fallidos, los fracasos militares y las humillantes imágenes del puente de Kerch o el crucero Moskva.

Aunque los secuaces más cercanos le estén pidiendo matar a Zelenski por el esperpéntico ataque con drones, llegado el momento firmará la paz si no le queda otra. Esta es la guerra del lenguaje de signos y los faroles. Contienda de sordomudos.

El papa Francisco, ya desde antes candidato al Nobel de la Paz, acaba de revelar que está inmerso en una misión negociadora para el regreso de los niños ucranianos deportados a Rusia (motivo por el cual la Corte Penal Internacional ordenó la detención de Putin) y el silencio de las armas. En una macro-quedada con miles de jóvenes húngaros fue recibido en un estadio como una estrella de rock. Algunos frutos ha obtenido en el intercambio de prisioneros entre Kiev y Moscú.

De manera que el líder chino que representa a 1.400 millones de habitantes y el estadista religioso de 1.300 millones de católicos desde su ,pequeña monarquía vaticana están jugando sus bazas colombófilas para seducir a la paloma equívoca de Alberti que nadie enamora desde el 24 de febrero de 2022, en que se inició la invasión rusa de Ucrania.

Espigando informaciones veladas durante meses aflora lo que piensa Jorge Mario Bergoglio, que parece más activo desde que murió Ratzinger en diciembre de 2022 y tras la campaña de difamación contra él alentada por las memorias hurañas de George Gänswein, el fiel escudero del papa emérito alemán.

En el vuelo de regreso de su enigmático viaje a Hungría para hablar a solas con Viktor Orbán, el papa desveló gestiones de paz con carácter reservado. “No creerán que hablamos de Caperucita Roja”, dijo sobre su encuentro con el primer ministro húngaro. No es la primera vez que cita a la nieta de capucha roja del cuento de hadas. Esta, por tanto, sería la misión secreta de Caperucita Roja. Francisco, de 86 años, que acaba de cumplir diez de pontificado dando el voto a mujeres y laicos en los sínodos obispales, se inclina ante la vela de la paz recién encendida. Si es su último soplo, lo sabremos pronto en caso de renuncia, según rumores atenuados. Hace poco estuvo a punto de morir. “Casi no lo cuento”, le dijo a un amigo tras ser hospitalizado con bronquitis. Iba en silla de ruedas con fuertes dolores en una rodilla, reacio a que lo lleven a hombros en una silla gestatoria. Ahora parece recuperado y anda.

En la Civitta Cattólica compruebo que en junio se sinceró con periodistas jesuitas, de su cuerda. Y habló de Caperucita Roja. “Tenemos que alejarnos del patrón normal de Caperucita Roja. Caperucita era la buena y el lobo el malo. Aquí no hay buenos y malos metafísicos, de forma abstracta. Está surgiendo algo global con elementos entrelazados”.

Es el primer papa en mil años que contradice a Occidente. Confiesa haberse reunido meses antes de la guerra con un misterioso jefe de Estado, “un hombre muy sabio”, que le mostró su preocupación: “Están ladrando a las puertas de Rusia y la situación podrá llevar a la guerra”. El papa cuestiona la expansión de la OTAN hacia el este. A su juicio, esta es una guerra “no evitada” con una conocida finalidad: “vender armas”. “Es muy triste, pero al final es lo que está en juego”, dijo y se hizo esta pregunta: “Entonces, ¿eres pro-Putin?” Responde: “No, no lo soy”.

En su revisión de la fábula de Caperucita Roja, deplora “la ferocidad de las tropas rusas”; indica que Putin pensaba que “todo terminaría en una semana” y se topó con “un pueblo valiente” con el heroísmo en los genes. Un día, el papa dijo que había comenzado la Tercera Guerra Mundial “en pedazos”, antes de la invasión de Ucrania. Este miércoles se reunió con un emisario del patriarca ortodoxo Cirilo I, a quien Francisco había tachado de “monaguillo de Putin”.

Sin la silla de ruedas, ha cogido carrerilla y disputa la odisea de la paz al mismísimo Xi Jinping, si los drones autoinfligidos del Kremlin no empujan al papa por el camino más largo y el lobo llega por la senda más corta a la cabaña de la abuela antes de que lo haga Caperucita Roja.

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