tribuna

Entre valores anda el juego

Por Juanra Álvarez Pérez.| Practicar deporte y actividad física no te garantiza una educación en valores. Llevamos mucho tiempo escuchando la relación existente entre los valores y las prácticas deportivas, como si fueran dos aspectos unidos de forma consustancial y, en realidad, no es así. Inicialmente, vamos a definir este término de una forma más nítida. En cuanto al valor, se trata de un concepto amplio que puede referirse a una cualidad, una virtud o un talento personal. Como tal, proviene del latín valor, valoris. También se corresponde a una fortaleza del carácter desde la psicología positiva.

En este sentido, los valores humanos son también aspectos positivos y vitales que nos permiten convivir con otras personas de un modo justo con el fin de beneficiarnos todos/as en un estado de bienestar global.

Por otra parte, diría que todos los valores, por naturaleza, son positivos. Por consiguiente, el apartado negativo u opuesto se llamaría contravalor.

Desde hace algún tiempo, y en la parcela que me toca de cerca en el Área de Fútbol Base del CD Tenerife, desde el Departamento de Orientación y Rendimiento Psicológico que dirijo con la especial colaboración de mi compañera psicóloga, Emma López Curtís, venimos proponiendo diversas acciones comprometidas con valores a jugadores/as, directivos/as entrenadores/as y familias. Ya lo decía Aristóteles: “La verdadera felicidad consiste en hacer el bien”. Y la vida virtuosa se alimenta de esta premisa.

COMPROMISO CON LA EDUCACIÓN EN VALORES

Se trata de un enfoque de educación en valores a través del fútbol, cuyo objetivo es desarrollar una cultura de la no violencia que ayude a las personas a discernir objetivamente la realidad, a ubicarse ante ella, a resolver los conflictos de forma pacífica y constructiva y que, en definitiva, favorezca su desarrollo personal y el de los/as demás en una dirección positiva, además de mejorar el rendimiento deportivo.

Los valores que pretendemos y transmitimos responden al modelo de sociedad que deseamos y, en consecuencia, ha de acompañar nuestras conductas. Ya nos decía Cagigal (1981) que el hombre, para no dejar de ser tal, debe de alimentar valores, recuperar los perdidos y aventurar otros nuevos. Planteo esta cuestión, inmersos en pleno siglo XXI y en la llamada postmodernidad, un tiempo en el que impera el individualismo, la competencia desleal, ser el o la mejor, el funcionamiento digital o la realidad virtual e impersonal. Debemos preguntarnos por la necesidad de promover las valores clásicos como la responsabilidad, el diálogo, la confianza, la autoestima, la cooperación, la paz, la compasión, la comunicación consciente y no violenta, etc.

Porque el deporte y la actividad física, por sí solos, no garantizan una transmisión de valores; de hecho, autores como Huxley (1969) ya nos advertían que es el uso que hagamos del deporte lo que determina los resultados, de ahí la responsabilidad que tenemos los psicólogos/as, los profesionales de la Educación Física, el profesorado, los entrenadores/as, etc. en esta batalla que busca la formación integral de los jóvenes en nuestra sociedad.

Entrenar

los valores

Nuestro modelo en el fútbol base propone un decálogo de valores que coinciden con las 10 siglas del CD Tenerife, como acrónimo de cada una de las letras y que practicamos en dinámicas de entrenamientos y con las familias:

C – (COMPROMISO)

Un valor que representa la identificación de unos objetivos desde la perspectiva del equipo, de la institución y el sentido de la responsabilidad que nos compete para el logro. Esta situación comprometida nos permite tomar consciencia de la mejora individual y grupal.

D – (DISFRUTE)

La diversión es el estado puro del fútbol. No podemos perder de vista la perspectiva de este deporte que comenzó con 11 amigos jugando contra otros 11. Sugerimos entrenar y aprender jugando, y conectar con la alegría.

T – (TRABAJO)

Supone la capacidad para esforzarse y el espíritu de superación. Lo entendemos dentro de la cultura del esfuerzo, que es primordial para obtener esa disciplina interior que nos impulsa a perseverar.

E – (ENSEÑANZA)

Representa la motivación hacia el aprendizaje. El saber ocupa un lugar principal en el ser humano. Estar abierto a adquirir nuevos conocimientos y dispuesto a crecer de forma integral (estudios, familia, relaciones sociales y deporte).

N – (NOSOTROS/AS)

Se trata del verdadero sentido de la cooperación y el funcionamiento en equipo. Mostrarse empático, compasivo y generoso con las compañeros/as. Estar al servicio del grupo consolida la cohesión del mismo.

E – (EFICACIA)

Tiene que ver con acertar, tomar buenas decisiones e intentarlo continuamente. Se relaciona con ser práctico y caminar hacia el éxito a través de lo aprendido. Supone consolidar lo aprendido, hacer las cosas bien y fortalecer la autoconfianza. La acción nos promueve a competir desarrollando la creatividad, la valentía, el arriesgar, el proponer y buscar soluciones en la complejidad del juego.

R – (RESPETO)

Es la capacidad y actitud de atender y de considerar, de tener en cuenta la dignidad de los otros/as y de uno mismo; apreciando a todos/as por su valía personal. El respeto es una consideración y valoración hacia algo o alguien. Esta valoración implica a su vez una actitud y comportamiento.

I – (IGUALDAD)

Supone un compromiso social de ofrecer igualdad de oportunidades y una convivencia positiva en el entorno deportivo a todas las personas (incluidas con diversidad funcional y con perspectiva de género). Se trata de la acción y efecto de integrar o integrarse (constituir un todo, completar un todo con las partes que faltaban o hacer que alguien o algo pase a formar parte de un todo).

F – (FORTALEZA)

Forma parte de identificar las virtudes, los aspectos mejorables y de desarrollar ese talento de cada deportista. Desde este plano, la ilusión y el optimismo marcan un proceso que se vive con agrado y plenitud.

E – (EMPATÍA)

Invitamos a aprender a percibir y a compartir con las emociones y los sentimientos de los demás. Esta visión nos permite ver las cosas desde la perspectiva del otro/a. Una cualidad que nos promueve a mejorar las relaciones con los/as compañeros, cuerpos técnicos, directivos, rivales, árbitro, afición, etc. Y a cultivar la inteligencia emocional en beneficio de nuestro rendimiento general.

*Psicólogo, máster en Psicología Clínica y de la Salud, experto universitario en mindfulness, gestión emocional, psicología positiva y deportiva

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