Por Laureano García. Esta semana se celebra en España el Día de las Fuerzas Armadas, que es un colectivo que integran alrededor de 125.000 militares en activo (el 13% mujeres), que maneja un presupuesto anual de algo más de 12.800 millones de euros y que se encargade garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional. ¡Ahí es nada!
Si hubiese escrito este artículo sobre las Fuerzas Armadas antes de la invasión de Ucrania, posiblemente habría dedicado unas líneas preliminares a fundamentar o justificar la necesidad de contar con una adecuada capacidad militar, pero las imágenes de la guerra a las puertas de Europa que nos ofrece a diario la televisión lo haceninnecesario y ayudan a entender que la potencia y respetabilidad de un país en el concierto de las naciones se mide por el peso de la economía, por la influencia de su cultura y, por supuesto, por sucapacidad militar.
El Día de las Fuerzas Armadas, que se instituyó en tiempos de la Transición para propiciar elacercamiento y convivencia entre civiles y militares y superar la mutua desconfianza vivida durante la dictadura, nos retrotrae hoy a los años 70 y 80 cuando los Ejércitos y el Gobierno sufrieron la embestida del terrorismo y de militares involucionistas que, desde dentro, eligieron la efeméride para provocar una reacción de los militares que acabase con la democracia. La acción más llamativa fue la que planeó un grupo de conocidos militares ultras para cometer un magnicidio durante el desfile militar del Día de las FAS de 1985 en A Coruña. Afortunadamente, elCESID, como entonces se llamaba el CNI, descubrióa tiempo y logró evitar la colocación de una potente carga explosiva debajo de la tribuna de autoridades. De no haber desbaratado el plan, con toda probabilidad el atentado habría costado la vida al Rey, a la Familia Real, al presiente del Gobierno, al ministro de Defensa y a la cúpula militar entera.
De ayer a hoy. De la desconfianza de la dictadura al reconocimiento en democracia. Los militares figuran ahora en los puestos de cabeza de los colectivos mejor valorados por los españoles. Se han ganado el respeto de los ciudadanos porque han podido comprobar que con gobiernos de distinto signo político y desigual eficacia en la dirección de la política de defensa y militar, los Ejércitos desempeñan con normalidad y profesionalidad su función constitucional. Desde hace más de 30 años militares españoles participan en difíciles misiones de Naciones Unidas, de la OTAN y de la Unión Europea en tareas de vigilancia de situaciones de alto al fuego y de mantenimiento o imposición de la paz en los lugares más conflictivos del mundo, en cometidos de ayuda humanitaria, de reconstrucción de zonas devastadas por las guerras y por desastres naturales y en misiones de contención del terrorismo internacional.
Además de misiones internacionales, está al alcance de la experiencia de cualquiera, comprobar el dinamismo y diligencia de la Unidad Militar de Emergencias (UME) que acude allá donde en cada momento es necesaria su participación, ya sea para apagar incendios en los montes, actuar en emergencias por inundaciones, terremotos, erupción de volcanes como ocurrió en la isla de La Palma o cualquier otro sobresalto. Es evidente el compromiso de los Ejércitos con las necesidades de la sociedad, como se puso de relieve durante la pandemia de Covid. Efectivos militares, con riesgo para su salud, trasladaron enfermos a hospitales y fallecidos a las morgues, hicieron tareas logísticas de distribución de material sanitario, participaron en las campañas de vacunación, fumigaron espacios públicos…
Los integrantes de estas Fuerzas Armadas, “religión de hombres honrados”, como los definió Calderón de la Barca allá por el siglo XVII (hace 400 años aún no había mujeres militares), son los y las protagonistas de esta fiesta y nos esperan en sus buques y acuartelamientos para pasar juntos una jornada de puertas abiertas, celebrar todo lo que nos es común y rendir homenaje a quienes han dado su vida al servicio de España. Nos esperan en el cuartel,