después del paréntesis

Óscar Domínguez

Ocurrió hace ya tiempo. Adán Martín visitó el extraordinario Museum of Modern Art de Nueva York (el MoMA). Y en el recorrido una sorpresa, un cuadro extraordinario de la época surrealista de Óscar Domínguez, en inglés Nostalgia of Space, del año 1939. Lo que conturbó a Adán Martín fue que un pintor como el nuestro se encontrara en uno de los hitos más extraordinarios del arte. La obra, además, brilla en todo su esplendor por lo que el pintor representa: una de las figuras más destacadas de la vanguardia mundial. Con ese estigma colgado a su cuello, Adán Martín regresó a su función de presidente del Cabildo de Tenerife. Sentenció: si nuestro Óscar Domínguez es así, hemos de proyectarlo como se merece entre nosotros y ante el resto del planeta. Con el acuerdo de los partidos, se hicieron reunir a personalidades de la cultura externa para instaurar el plan manifiesto. En dos sentidos: uno, comprar cuanta más obra se pudiera de Óscar Domínguez y crear un centro manifiesto en honor al artista, el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea. Para lo segundo, el Cabildo habría de pujar por un edificio correspondiente y a la altura. Por elección se accedió a los fantásticos arquitectos Herzog y de Meuron que lo proyectaron y lo completaron. ¿Qué hacer ahí? Lo resolvimos. En primera instancia, esa será la casa de nuestro pintor. Toda la obra adquirida, que es mucha, tendría cabida en sus salas permanentemente. Lo contemplarían los nuestros y los llegados de cualquier lugar del globo. Y otra cosa: ese sería el centro de la discusión más cimera del arte contemporáneo con las exposiciones temporales que pudiéramos traer hasta sus paredes. Y así se instauró el fulgor, por ese artista que cuelga obra en los museos más importantes del planeta. Por ejemplo, el Reina Sofía donde se contempló la Máquina de coser electro sexual y Cueva de guanches y hoy se pueden ver el espléndido Souvenir de París, las Mariposas perdidas en la montaña, la Ametralladora o los objetos Peregrinaciones de George Hugnet y Juegos. Todo resuelto. Hasta que el sustituto de Adán Martín, del mismo partido, le dio vuelta al porvenir porque los éxitos del antecesor habían de ponerse en su sitio. El Iodac dejó de ser Iodac (hoy TEA), las obras de Óscar Domínguez están en el almacén y lo que en el afuera es respeto y admiración aquí es desdén. A ello llegó la pericia de CC, y el PSOE, inopinadamente, le sigue la rueda. No pobre Óscar Domínguez, ¡pobres ignorantes!

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