superconfidencial

Cartelería

Un bar ha colocado en su fachada este cartel: “Aviso: si alguna novia o esposa llama y pregunta por usted, nuestras tarifas de respuesta son: Se acaba de ir: 50 euros; Está camino de casa: 75 euros; No, aquí no está: 90 euros; A ese señor no lo conocemos: 150 euros”. Y se ha quedado tan pancho el dueño del establecimiento, a la hora de vender información confidencial. Los carteles son una maravilla y existen libros publicados sobre los grafitis. Recuerdo uno, editado por la agencia de publicidad Ars, que dirigió mi amigo Mauricio Gómez-Leal en Caracas. Y les conté que una vez, en Heidelberg, cerca de la famosa universidad alemana, me topé con un grafiti que adopté como lema para Radio Burgado: “Lo ideal es ilegal”. El texto parece sacado del Mayo revolucionario y cultural francés, en donde todo el mundo estuvo. Otros carteles que he encontrado publicados en las redes me llamaron la atención: 1.- “Se habla español en varios idiomas”. 2.- “Venta nocturna durante todo el día”. 3.- “Tenemos hielo frío”. 4.- “Hacemos fotocopias idénticas”. 5.- “Bar La Tapilla Sixtina”. En mi época eran más bastos. En los baños siempre existió el “caga tranquilo/caga contento/pero, hijoputa,/caga por dentro”; era habitual verlo grabado con punzón encima del retrete. Y el “Laura, puta” era también un insulto socorrido del despechado en árboles y paredes. Ahora, con el avance feminista, ya se ve menos esa leyenda de tan mal gusto. Hace tiempo me enviaron foto de un cartel, colgado en la fachada de la vivienda terrera de un mago, que decía: “Se pintan casas a domicilio”. Y debo terminar este artículo con una sentencia ingeniosa, que se la dedico a los rusos. Es de sir Winston Churchill y dice así: “Deja de matar y empieza a discutir”. Otro gallo le cantaría al imbécil de Putin si la hiciera suya. Y ya está.

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